domingo, 27 de enero de 2013

Un día en Don Domingo: La puerta de los Campos

Como primera entrada de 2013 nada mejor que poner las fotos de un estupendo día de Enero de este ya 2013. Un día gélido, algo ventoso, bastante nuboso, y sobretodo, fin de una quincena de lluvias, nieves y vientos abundantes por toda la Península, y en particular por nuestro querido Parque de Cazorla, Segura y Las Villas. El agua es vida, y el agua y la nieve en Enero son futuro de vida.

En esta ocasión, Juande, mi cuñado y yo, muy temprano y con niebla intensa, nos pusimos dirección a Cazorla, donde no debe faltar un buen desayuno en bar Paco's, en la Plaza. Empezó a llover intensamente, lluvia que nos acompañaría hasta el Pantano del Tranco. En nuestra ruta, siempre tranquila y agradable, agua, agua y más agua por todas partes. El Guadalquivir inmenso, el Pantano casi lleno, y el Borosa aún tovavía no demasiado cargado, sin duda anunciando que el deshielo procedente de los Campos de Hernán Perea está aún por llegar.

El pueblo de Hornos, rodeado de verdes praderas, nos dío una buena entrada a las altas zonas de Segura. Pontones nos dío la primera energía corporal en su siempre concurrido Mesón. La nieve ya era nuestra compañera inseparable de viaje. Las setas de cardo quedaron ya aparcadas en un lluvioso otoño de 2012. De ahí, con mayor o menor intensidad, nieve, nieve, y más nieve hasta la aldea más alta de la provincia de Jaén, Don Domingo, a unos 1500 metros de altitud.

Además de una nieve abundante y arroalada por los vientos infinitos, el Albergue y sus tres habitantes en invierno, ganaderos de la zona, nos dan la bienvenida. La comida en el Albergue, insuperable, y el cordero lechal, bandera de estas tierras, inmejorable. Paco, su propietario, junto a su mujer y su hijo, que estudia Ingeniería Forestal en Albacete para luego trabajar por estos bosques y parajes montañeros, pusieron la guinda de amabilidad a esta fantástica comida.

La aldea de Don Domingo, entrada y salida de una zona mítica del Parque, los Campos de Hernán Perea, ofrecía su aspecto más bonito y a la vez más duro, la nieve. Nieve que no solo se posa elegante para las fotos, sino que impide cruzar los campos de Hernán Perea. Ni hacia Cazorla, ni hacia Pontones, a la vez que impide llevarle comida a las ambrientas ovejas, para la desesperación de unos acostumbrados y resisnados ganaderos. Menos mal que el Albergue, con vino y cordero, calma las fieras.

La promesa de volver pronto pone un justo cierre a este estupendo día invernal por las altas tierras de Segura. Mejor imposible.