domingo, 25 de abril de 2010

Proyecto de Veloroute Verano 2010

Querid@s velorouter@s !!!

Después de darle muchas vueltas sobre planos y páginas webs, ya tengo una propuesta de la III Veloroute, que realizaremos durante el verano de 2010 por la República Checa. Las etapas con sus kilómetros aproximados podéis verlos en la figura (cliquea sobre ella y se hace más grande).

La Veloruote va por la llamada "Greenway Viena-Praga" (vía verde Viena- Praga, en castellano).

Saldríamos de la coqueta ciudad de Mikulov, pequeña ciudad checa cerca de la frontera con Austria y bien comunicada por tren con Viena y Praga, para que la gente que vuele a estas ciudades pueda llegar con facilidad.

El objetivo ya sabéis, disfrutar del paisaje, de los pueblecitos, de las múltiples aventuras, de la gastronomía ...y como no de la cerveza checa. Los checos son los mayores consumidores de cerveza en el mundo. El consumo anual per capita en la República Checa es de 160 litros. La República Checa arrebató la primacía a Alemania en 1993 al separarse de Eslovaquia. Los alemanes consumen ahora treinta litros per capita menos que los checos. Pero ojo ¡¡¡¡ Las resacas encima de la bici son muy malas ¡¡¡¡¡

La III Veloroute acabaría en Praga, que, como dice mi amigo Manolo, es tan bonita como Luarca y Huescar....

Animáos a venir¡¡¡¡

Veloroutes anteriores:

-Le long du canal de la Bourgogne (Francia): Abril 2009
-Veloroute du Rhin (Francia y Alemania): Julio 2009

jueves, 22 de abril de 2010

Sierra Cazorla-Segura: Circular del Baderillas

Objetivo cumplido ¡¡¡

Llevaba mucho tiempo esperando esta excursión. Un “supuesto conocedor” de las Sierras de Cazorla y Segura como yo, no podía esperar más para subir al Banderillas por el Tranco del Perro.

Decido el momento y programado “el operativo” para realizarla, el viernes a la tarde/noche, entre diversas tormentas y chubascos de primavera, nos fuimos al Camping Coto Ríos con nuestra tienda “Two Seconds”. Como llovía, la colocamos, cual “ocupas”, en el avance de una de las numerosas caravanas que hay siempre instaladas en el Camping y que en esta época están vacías. “¿Quién va a venir un día de estos al camping?”, pensamos. Ya sabéis que Jose siempre busca los mejores sitios....

Una noche de continua lluvia y un amanecer de sábado en el que caía el agua a cántaros, no animaba mucho a salir de la tienda y mucho menos a plantearse una excursión de dos días al Banderillas por el Tranco del Perro. ¿Qué hacemos?, dijimos..... Pero...., estaba claro que era nuestro fin de semana de suerte, pues no tardó mucho en dejar de llover y en despejarse, salvo las típicas nieblas de fondo de valle. “Estamos en primavera”, le dije a Jose, “todo puede ocurrir”. Así que, con el coche bien aparcado junto a la Piscifactoria del Río Borosa, nos pusimos las botas y cogimos la hogaza de pan y el paté de faisán y otras viandas que habíamos comprado en Borrunchel (cerca de Cazorla pueblo).

Sube que te sube por la Cuesta del Topaero, llegamos al bonito cortijo de Los Villares (véase la foto), superverde en esta primavera gloriosa y con unas estupendas vistas sobre las paredes de la Cuerda del Banderillas. En otro “apretón”, y por un camino bien señalado y sin pérdida, nos pusimos en las Asomaicas, y en otro “apretón”, en el Collado de Roblehondo, divisorio de las aguas entre los ríos Borosa y Aguamulas, y base de las imponentes paredes del Banderillas. Esas paredes teníamos que atravesarlas, y, la única opción, es el Tranco del Perro (véase la foto justo en el inicio del Tranco del Perro). Se trata de un paso artificial, construido en el año 1947 para la comunicación directa entre el Valle del Guadalquivir y los míticos Campos de Hernán Perea. El paso, muy empinado y sin pérdida alguna (aunque en parte del trayecto algunos de sus muros se encuentran derruidos) rodea el pico del Fraile, hasta llegar al Puntal del Águila. En ese momento habíamos llegado a la Cuerda del Banderillas (véase la foto). Las nubes iban creciendo y creciendo con una rapidez inusitada, y las primeras gotas no eran más que la tarjeta de visita de algo más “gordo” que se avecinaba. Raudos y veloces, y con Jose diciéndome eso de “Eres Lady Drama, con las tormentas….”, recorrimos la citada cuerda. Justo al entrar en una de las dos casetas de vigilantes de incendios del Banderillas (que por seguridad, siempre permanecen abiertas), se puso a granizar hasta cubrirlo todo de blanco. Era el sitio y el momento adecuados para comer y reponer fuerzas para la subida a la cumbre (1993 m) y la posterior bajada, mientras escampaba (véanse en la foto los dos refugios de la cumbre del Banderillas).

Evitada la granizada, y con un espléndido solecito postlluvia de abril, el verde y húmedo panorama a la bajada era fantástico (La Sagra, el Empanadas, Los Campos de Hernán Perea, el Pantano del Tranco al 100 % tras las copiosas lluvias del invierno, el Blanquillo, etc.. etc…). “Es la recompensa del esfuerzo”, que tanto conocemos los amantes de la montaña….

A poco de comenzar el descenso del Banderillas por su ladera Este, la vereda se convierte en camino, y tras una media hora, nos pusimos en el cruce con el carril de Pinar Negro. En ese punto, y como era nuestro día de suerte, había cobertura de móvil y conseguí avisar a Jesús, agente de Medio Ambiente del Parque, para que fuera a recogernos al punto concertado previamente en el “operativo”. En poco tiempo, y con un ambiente cada vez más tenebroso, nos internamos en los campos del Espino, parte de los infinitos Campos de Hernán Perea (véase la foto). Hacia el Este, desde de la zona de la provincia de Granada, una continua e intensa línea de tormentas se dirigía claramente hacia nosotros. Los primeros truenos no se hicieron esperar. Estábamos a poco más de media hora del punto de encuentro con Jesús. Como buen amante del tiempo, contemplé que la tormenta, por suerte, se dividió en dos. Una se dirigió hasta el Banderillas (como era lógico….), pico que afortunadamente ya habíamos dejado atrás, y otra hacia Potones. Sobre nosotros, un poco de lluvia racheada pero sin tormenta, nos permitió llegar sin problemas y sin mojarnos al Refugio de Campos del Espino, fin de nuestra primera etapa y donde en poco más de 15 minutos llegó Jesús con un supercoche todo terreno, completamente lleno de barro y agua. Cual safari africano, entre barro, lluvia y granizo, nos llevó hasta Pontones, donde, preocupada por nuestro futuro, nos esperaba Vicenta y su fantástica casa rural Alto Segura, la cual era parte básica de nuestro “operativo”. El otoño anterior había conocido a Vicenta y había pasado varios fines de semana en su casa rural, con la bici y buscando setas en la zona. Ella además nos había conseguido a Jesús y su “todo terreno”.

La ducha, la ropa limpia, el bizcocho de nueces de Vicenta, las cervecitas y el cordero de “Pontones la Nuit”, y, sobre todo, la fantástica cama y algún que otro “Myolastan” y "melatonina", repusieron nuestros cansados cuerpos.

Al día siguiente, y tras el suculento desayuno de Vicenta, y con el ánimo de un sol radiante y la ausencia total de nubes, metimos las mochilas en el coche de Vicenta, quien, con su amabilidad característica y preocupada por “lo que nos esperaba….”, nos alargó con su coche hasta Fuente Segura. Se trata del nacimiento del Río Segura, que este año está “potentísimo de agua” (véase la foto). La Cuenca del Segura este año ronda el 70 %, algo inaudito… ¿cambio climático?

En poco rato y siguiendo las marcas del sendero GR7, atravesamos el Pinar del Risco hasta llegar al mirador de Juan León y a la Hoya del Ortigal. Desde ahí el camino se convirtió en una maravillosa senda que nos condujo al idílico Cortijo de la Hoya de Albardia (véase la foto y las vistas del Banderillas), donde nace el Arroyo del Hombre, de sugerente nombre, y que me recordó al río “Cuerpo de Hombre”, en la Sierra de Bejar, Salamanca. Desde este punto, las vistas del Banderillas con el infinito verdor de primavera, nos animaron a sentarnos y acabar el paté de faisán. Estómago lleno reanudamos la marcha a través de la senda, a veces no muy marcada, y con la inestimable ayuda del GPS, la cual nos llevó hasta el Cortijo de la Fresnedilla, muy cerca del Nacimiento del río Aguamulas. Las nubes habían crecido rápida y de manera muy amenazante sobre el Banderillas, y de pronto se puso a llover, pero sin tormenta. A través de un aburrido y larguísimo camino que ya conocía, llegamos hasta la cadena del Control del Aguamulas, donde tuvimos que parar por agotamiento¡¡¡¡ Desde ahí, un suave camino junto a las colas del pantano del Tranco (jamás había visto llegar el Tranco a esa zona ¡¡¡¡), llegamos al Camping de los Llanos de Arance, y desde ahí, por un camino bien marcado por el GR7, a Coto Ríos, donde me comí un gigantesco bocadillo de calamares hechos con muy poca gracia… en el restaurante Guadalquivir.

Aún nos quedaba una hora y poco, pero el bocadillo y un animado camino entre huertas, pinares, arroyos, etc… siguiendo el GR7, nos llevaron a la aldea de Loma de María Ángela, y de ahí, por una minicarretera, hasta el coche. Al poco se puso a llover……. ¡¡¡qué suerte¡¡¡

En total, 53 km en dos días, subiendo y bajando. Gracias, Vicenta, por tu ayuda. Nos buscaste a Jesús, nos dejaste tu coche para ir a cenar al Pontón Bajo, nos llevaste a Fuente Segura, te preocupaste por si llegábamos o no, por si nos pillaban las tormentas en el Banderillas, etc… Ya sabes que yo hablo muy bien de tu casa (excelente ubicación junto al Rio Segura en Pontones, muy bonita, limpísima, desayunos fantásticos, … y amabilidad total):

Casa Alto Segura (Pontones):

PD:

1-Por estas tierras de Segura temen mucho a las tormentas en los Campos de Hernán Perea y en el Banderillas. Las casetas del Banderillas tienen unos enormes pararrayos y dicen que los guarda bosques que viven en verano en estas casetas salen “pitados” para abajo, cuando las ven venir….Yo me he puesto a buscar en San Google si hay algo en la red sobre las tormentas en esta zona, pero no he encontrado nada…. Quizás sea que está ubicado en la línea divisoria de aguas Atlántico-Mediterráneo…. Pero tengo que seguir preguntando y documentándome.

2-Encontré setas de cardo en la zona de la Hoya del Ortigal, pero no las cogí por que creía que era imposible que hubiera en primavera. No me fiaba ¿serían verdaderamente de cardo? Pero al llegar a casa, busqué en San Google, y vi que efectivamente en años muy húmedos es posible encontrar setas de cardo en primavera e incluso en verano…. ¡Qué lástima no haberlas cogido para un buen guiso¡¡¡

lunes, 12 de abril de 2010

Sierra Nevada: Cuatro “tresmiles” de nombre incierto

Si hace unos años me dicen que sería capaz de hacer esta ruta de alta montaña en condiciones invernales (nieve, hielo, crampones, etc…), francamente no me lo hubiera creído. En realidad, a mitad de ruta tampoco me creía que la fuéramos a acabar. Ahora os lo cuento….

Jose había diseñado esta ruta hace un par de años, y estábamos esperando que las condiciones invernales fueran óptimas para realizarla, y nada mejor que uno de los años más nivosos del milenio para ponerse las botas cramponables que tanto he paseado por los glaciares de los Alpes…

Había que levantarse muy temprano. Sonó el despertador a las 6 y media, aunque Antonio no había dormido en toda la noche, como los niños esperando (o temiendo….) los reyes magos. Así que a las 8:15, con un amanecer de lujo y con la inestimable ayuda del Vitara de Juande, estábamos en el punto de salida, la cadena donde se corta la pista de la Loma de Papeles (2120 m). A la llegada, primer mosqueo de Jose, “hemos venido demasiado tarde…hay poca nieve”, segundo mosqueo de Jose, “se nos ha olvidado un bastón…”… y tercer mosqueo de Jose, “Antonio decide ir sin crampones y casi sin agua”. Ya sabes, cosas de SuperAntonio….

Subiendo por la Loma de Papeles llegamos al Refugio de Peña Partida (2590 m), y de ahí, por la Loma de los Cuartos y sin necesidad de crampones, llegamos al primer pico, el Puntal de los Cuartos (3152 m). Subida interminable, y en mi caso con una pájara de órdago. ¿Serán los años, pensé? ¿Será la falta de entrenamiento? ¿Será el madrugón?. ¿Serán los mosqueos de la salida? ¿Será el fuerte ritmo?... Para colmo, a mitad de subida me caí en un trocito de hielo y me entró un miniataque de pánico al verme solo, ya que los “capullines” de Jose y Antonio me iban dejando atrás cual “lastre incómodo” cada vez que me acercaba a ellos... Intenté ponerme los crampones, pero me di cuenta que los míos los tenía Jose, así que los llamé por teléfono (a voces era imposible) y les dije que me bajaba al coche y los esperaba en una terracita soleada de Granada tomando unas cañas, que para eso era domingo. En estos casos uno espera que Jose se abalance corriendo para traerme los crampones o ayudarme a cruzar la zona de hielo….. Menos mal que Antonio, una vez más, medió en el conflicto y me rescató, prosiguiendo así la ruta….

Al Punta de los Cuartos llegué exhausto. Para colmo estaba nublado, empezó a nevar, y el resto de los picos que nos faltaban, se veían lejísimos. Se daban todos los ingredientes para bajarse y cumplir mi sueño de una caña en una terracita… Pero por arte de magia se despejó. El ánimo del sol, la barriga llena por el bocata de jamón y queso, las barritas energéticas y la estrategia de Jose y Antonio de proponerme (o mentirme…) ir unicamente hasta el siguiente pico, que era fácil, consiguieron convencerme. Y es que ya son muchas las excursiones jodidas que hemos hecho los tres juntos…. y nos conocemos la psicología de todos. La alta montaña, como casi todo en la vida, tiene mucho de esfuerzo psicológico más que físico…, ya sabéis…

Con un sol radiante y con los crampones, a través del casi inexistente collado de Escarpes (3102 m), llegamos al segundo tresmil. Según un mapa es el pico de la Atalaya (3139 m) y según otro, el Pico de la Justicia. Menudo cachundeo…. De ahí, con el ánimo radiante y una nieve en estado óptimo, poco esfuerzo tuvieron que hacer Jose y Antonio para convencerme de seguir la ruta y no volvernos…(mi mente había cambiado la caña de cerveza por la lata de isotónica). A través de una delicada bajada, llegamos al Collado de las Buitreras (2992 m), donde nace el arroyo Vadillo, afluente del Genil. De allí, una dura pero corta y preciosa subida, nos llevó al Pico del Cuervo (3145 m), desde donde llamamos por teléfono ¿Manolo?.... Tranquilo, Manolo, en esta ocasión no era Carolina….

Echas las fotos de rigor, y por una cuerda con unas vistas espectaculares y por un ambiente alpino (Jose decía que parecía que íbamos por un glaciar….y es que Jose con los glaciares orgasmea), llegamos al cuarto y último pico, que según un mapa se llama Mojón Alto (3115 m) y según otro, Atalaya. Desde aquí, descendimos de manera interminable por la Dehesa del Calvario hasta cruzar el arroyo Vadillo a la altura del comienzo de los pinos (2020 m), por un camino que ya conocíamos. Así que mi ánimo estaba por las nubes ¡¡¡. Eso sí, las nubes empezaron a chorrear…., aunque poco. Desde aquí, por un trepadero de locos a través de los pinos, conseguimos encontrar la vereda que nos llevaba de nuevo a la Loma de Papeles, y de ahí al coche de Juande, sin Juande. Llegamos al coche a las 8 de la tarde, y a la casa de Juande a las 10.

Balance de la jornada: 12 horas, 21,15 km de travesía invernal, 1680 m de desnivel acumulado, cuatro picos de 3000 m, sol, nieve y lluvia. ¿Se puede pedir más? Si….. las mejores vistas de Sierra Nevada….(Vacares, Alcazaba, Mulhacen, Machos, Veleta…).

Antonio, hijo, cómprate unos crampones más ligeritos, que no te de pereza cargar con ellos, que un día te vas a matar ¡¡¡. En Austria este verano, o te pones los crampones, o no vienes con nosotros…. jajaja
Juande, te echamos de menos...

sábado, 10 de abril de 2010

Semana Santa de Vino y Sidra 2010

Dicen que el invierno de 2009-2010 ha sido el más lluvioso en miles de años en Andalucía (¿cambio climático?). Ciertamente, ha llovido mucho más que otros años (900 litros en Torreperogil hasta final de Marzo). Cuando este verano fui con mi padre a pescar al reciente pantano del Giribaile, su nivel era de un 10 %, y éste me dijo “jamás se llenará. Ya no llueve como antes….” . A principios de diciembre casi no había caído ni una gota por Jaén y todo hacía presagiar (cabañuelas incluidas….) que un año más íbamos a decir eso de “ya no llueve como antes”. Siempre tenemos la impresión de que nada es como antes…

El domingo de ramos de esta Semana Santa marzo-abrilera de 2010 iba con mi padre y mi madre de Torreperogil a La Carolina para iniciar allí este viaje por tierras castellanas y asturianas, y al cruzar el puente Ariza (o mejor dicho, la versión moderna del puente), mi padre me dijo “Coño….. ya no se ve el puente viejo. Qué barbaridad. Jamás pensaba que llegaría aquí el agua. Parece un mar¡¡¡”. Y es que no hay mal que cien años dure, ni pantano que jamás se llene, a pesar de que el mismísimo Al Gore siga empeñado en que tenemos que creer en el cambio climático, si o si.

Y allí, en La Carolina, empezó este viaje. Más concretamente en el hotel La Perdiz donde nos encontramos con la furgoneta de Antonio y sus ocupantes, Antonio Jiménez, Carolina y Jose, que venían de Granada. Con unas buenas tostadas de tomate en el estómago, los cuatro, carretera hacia delante, constatamos lo bonita y verde que estaba la Mancha. Y así hasta que llegamos a Coca, en la provincia de Segovia, primer punto de parada que teníamos previsto. ¿Por qué ir a Coca? Está claro, por su Castillo, construido en 1453 por Alonso de Fonseca, y reformado, entre otros, por el Marqués de Cenete, de quien se dice que fue presa de las brasas lanzadas desde sus almenas por pretender a una moza de los Fonseca. Hoy día, la parte no visitable del castillo se usa como internado para una Escuela de Forestales, la cual parece ser muy demandada…. ¡Quién lo diría, una Escuela de Forestales en medio del páramo castellano¡ El Castillo es bonito, sin duda, algunos dicen que el más bonito de España, cosa que, como siempre, depende de para quien…

Hartos de Castillo y un poco decepcionados por las tapas de un barecito junto a la muralla (es que como las tapas de Graná no hay ná¡¡¡….), tomamos camino de nuestra primera parada y fonda: Peñafiel (Valladolid), cuna de la D.O. Ribera del Duero. Los cuatro, no sin antes dar unas cuantas vueltas furgoneteras-antoñeras por Peñafiel, tomamos posesión de nuestros aposentos, en una casa denominada “Pueblo de la Ribera”, o mejor dicho, en el primer piso de la casa, pues en el otro vivía su dueña, Alicia, una chica maja, amable y motera, con la que, como no, acabamos tomándonos unas cañas en el Metro. La casa era bonita y agradable por dentro, aunque quizás algo escorada a las afueras de Peñafiel (no muy lejos del puticlub…). No obstante, como nuestras comidas y bebidas se presumían opíparas, un paseíto no nos vendría nada mal…

Poca vida esa noche en Peñafiel a pesar de ser domingo de ramos, y es que Castilla es Castilla… No obstante, entre cojos, los seis habitantes de la Plaza del Corso, la caldereta de codero y el vino cosechero Viña Sastre (muy recomendable…) del Restaurante Don José (no confundir con Don Pepe…), pasamos nuestra primera noche castellana.

A la mañana siguiente, ya lunes santo, comenzó lloviendo, como estaba previsto. Era día de bodegas, pues para eso habíamos venido aquí. Pero…¿Qué bodegas visitar? Vega Sicilia…por supuesto…., diría la mayoría. Pues no, no son visitables, que pena… Así que… tuvimos que conformarnos con la Bodega Abadía Retuerta, también situada en lo que por aquí llaman “Milla de Oro”, que parece ser la milla donde se concentran las bodegas más prestigiosas y poderosas de la Ribera del Duero. Y parece que así es, pues aquí, en Peñafiel, todo el mundo dice que son las culpables de que no se construya la autovía Valladolid-Peñafiel, pues le expropiarían sus viñedos… ¡Qué cosas¡

La primera sorpresa de Abadía Retuerta es que no está en la D.O. Ribera del Duero. ¿Por qué? Pues por que parece ser que no siguen las normas estrictas exigidas por el Consejo Regulador. La segunda sorpresa fue que la guía de la bodega nos dijo que los “sulfitos” se le echan al vino para poder digerirlos. La tercera, que nos costó 10 € a cada uno. Y la cuarta, que el vino era un asco¡¡¡. Y eso, a pesar de los esfuerzos de su gran diseñador de bodega, el enólogo fránces, Pascal Delbeck, cuyo secreto es no someter el vino al estrés del bombeo (o como dicen, todo, todo, todo, por gravedad…). No todo es malo…la Abadía y el paisaje son una maravilla, pero lo que se trata es de hacer vino, no abadías…

Y después tocaba comer…. Y nada mejor que un Lechazo en Peñafiel en Casa Mauro, un valor seguro. ¿Y qué vino tomar? Pues nada, como no estábamos para más experiencias retuertas o retorcidas, otro valor seguro: Pago de los Capellanes. A la salida, para cambiar de aires, fuimos a tomar el aire al Castillo, el de Peñafiel, que para mi gusto es mucho más coqueto que el de Coca. Dentro alberga el museo del vino, pero mejor visitar otra bodega….

¿qué bodega visitar? Tatatachan…… Pago de los Capellanes, en Pedrosa de Duero, en Burgos, justo en el límite con Valladolid. ¿Qué decir de esta visita?.... Estos sí, si están en la D.O., y si someten al vino al estrés del bombeo, y no cobran en la visita. La bodega es nueva (tiene pocos años de vida), incluso su parte de Enoturismo aún no está abierta, pero eso sí, es de Armani. Y para que todo fuera perfecto, Pilar, una chica joven y guapa, nos enterneció con su maravillosa visita guiada. Pero mucho me temo que pronto, cuando abran lo de Enoturismo, empiecen a cobrar (Armani hay que pagarlo…), y se pierda algo de encanto. Al final, compramos vino, ahora sí. Es un valor seguro, pero caro… No era cuestión de comprar los 30 litros que quería comprar Antonio en esta bodega… así que nos fuimos a la bodega de la cooperativa de Pedrosa de Duero (Viña Vilano), y allí si, Antonio se hizo con los 30….La clave: si las tierras son iguales, el vino debe ser bueno también….

A la mañana siguiente, martes santo, tomamos rumbo al norte, dirección Palencia, por una carretera que Alicia, la de la casa, nos había dicho que atajaba y estaba muy bien. A la salida de Peñafiel tropezamos con Pesquera de Duero, famosa por el tinto Pesquera. Pero para nosotros Pesquera en este viaje será sinónimo de “Atasco absurdo de la Furgoneta”. Pero… “como se va a atascar la furgoneta en la carretera de Peñafiel a Palencia????”. Ni yo mismo me lo explico. El caso es que intentando entrar a Pesquera por un camino de tierra, se nos atascó la furgo. Al final, ni para adelante ni para a atrás. Lo demás os lo podéis imaginar: SuperAntonio diseñando la estrategia de escape sin necesidad de grúa, Jose echando fotos para la colección, Carolina llamando a sus gentes por el móvil y haciendo tratos inmobiliarios como si con ella no fuera la cosa, y yo a punto de darme un ataque por lo ridículo de estar allí metidos…

Superado el atasco por superAntonio y su gato, pusimos rumbo a León. Pasamos por Fromista (Palencia). Obviamente paramos, no solo para ver su impresionante iglesia románica (dicen que el románico perfecto¡¡¡), sino para papear algo. La siesta en la furgo, con la narcosis de Carolina y las sobadas de Jose, nos llevó hasta el Pantano de Barrios de Luna en León, donde tomamos la maravillosa carretera desde Caldas de Luna a Villablino, pasando por la comarca de Babia. Estábamos en Babia, o mejor dicho, estábamos pasando por Babia. El paisaje de postal: deshielo, nieve, agua, verde, vacas, ríos, y nubes amenazantes de lluvias y nieve. Y se hizo la nieve, pues subiendo el puerto de Cerredo, que separa León con Asturias, se nos puso a nevar. ¿Poner cadenas? ¿otra escenita con la furgoneta?. A la bajada, ya en Asturias, entramos por la comarca de Degaña, y comenzamos a subir el Puerto de Rañadoiro. Y cual fue mi sorpresa que han construido un túnel muy bonito y ya no hay casi puerto. Y es que esta España avanza¡¡¡ Y a la bajada, desvío y a Gedrez, un micropueblo del Valle del Narcea, donde haríamos noche de martes santo.

Hotel-restaurante Grabelón. Es el único sitio donde se puede dormir y comer en Gedrez. Nuestro objetivo allí era doble: beber sidra y hacer una excursión al día siguiente por el poderoso Hayedo de Hermo. Ambos los cumplimos con creces. Nos bebimos 11 botellas de sidra, antes y durante la cena. Cena amenizada por una pareja formada por una argentina y un asturiano-argentino octogenario. Ella había venido a Asturias y Cangas de Narcea a conocer la tierra de su nuevo maridito, y él, como visita anual que solía hacer para no olvidar a sus paisanos y a visitar a su hijo que está en Ucrania. Ambos amenazaron con venir al Secadero de Antonio para conocer Granada…

A la mañana siguiente, ya miércoles santo, llegó nuestro quinto componente del grupo, Manolo Guerrero, desde Luarca. Y juntos, tras un suculento desayuno en el Grabelón nos pusimos las botas y nos fuimos al Hayedo de Hermo con un plano manual que nos hicimos en el Grabelón. Bonita excursión entre el Hayedo. Partimos de un puente en el km. 7 de la carretera Gedrez-Monasterio de Hermo y entre pistas, restos de minas de carbón, veredas difíciles de ver, y alguna que otra pérdida y nevada esporádica, conseguimos volver a Gedrez empapados como una sopa. La comida campera heterogenea: Bota de vino y langostinos de Manolo, y unos bocatas hipersalados de jamón frito que nos hicieron en Grabelón. Por cierto, 37 € por persona: cama, cena, desayuno, sidras y bocatas. No está nada mal ¡¡¡

Tras la excursión, Antonio y yo nos fuimos a Oviedo a recoger a nuestro sexto acompañante, Juan de Mata (Juande), que llegaba en autobús desde Granada. Jose, Caro y Manolo se fueron a Luarca a tomar posesión de nuestra última residencia de este viaje: Hostal Rico, en pleno centro de Luarca. Esa noche supuestamente deberíamos ver una procesión, pero llovió. Estaba claro que este viaje no iba de procesiones…

Y al día siguiente, jueves santo, los 6 nos fuimos otra vez de ruta andarina, pero en esta ocasión por la preciosa costa asturiana. Partimos de Navia y llegamos hasta Puerto de Vega, por un sendero en general bien marcado, y bautizado como Ruta Naviega. Los paseos junto al mar cantábrico son un valor seguro. El día además, precioso, con sol y ausencia de lluvia. Y la comida, fantástica, en el restaurante La Marina de Puerto de Vega. La lubina de Juande era de órdago¡¡. A la noche, procesión del Nazareno de Luarca, dicen que es de las procesiones más famosas de Asturias. Lo más llamativo para mí de esta procesión: Los nazarenos no existen, pero son sustituidos por multitudes de paisanos que van con sus velas acompañando al cristo. Esa noche, nada mejor que ir a la casa de Manolo para ver desde sus balcones la procesión, y de paso comprobar que lo tenemos en buen recaudo viviendo un precioso piso, con todo ordenado y la nevera llena. Gracias por la cena que nos diste, amigo Manolo¡¡¡¡

Y el viernes santo tocaba Luarca. Amaneció lluvia, y habían dicho que la procesión de hoy salía si o si. Un paseo por el barrio de la pescadería, por el puerto y el puente del beso, por las playas, por el cementerio, con la tumba de Severo Ochoa con impresionantes vistas al mar, por las casas de indianos, y al final, una sidra escanciada maravillosamente por Juande y unas deliciosas fabes con almejas en el restaurante La Dársena, en el puerto. Buen menú, en calidad y en precio, sin duda…Otros sitios que me gustaron de Luarca-la Nuit: Bar Las Brasas y Bar Cromwell (un vasco en Asturias). Esa noche Jose y yo nos fuimos algo antes a la cama, y en medio de la noche oigo a Carolina llamando a nuestra puerta y risotadas varias en el pasillo del hostal. ¿qué pasará?.... A la mañana siguiente nos enteramos que Carolina había dejado sus llaves en la recepción del hotel y no había nadie, así que liaron una buena para intentar abrir la puerta de su habitación. Al final, imposible…no pudo entrar en su habitación….pero…¿Dónde durmió Carolina?

A la mañana siguiente, sábado santo, tocaba irse de vuelta, pagar 65 € por habitación (a Antonio le saltaron los demonios… ). Paradita para comer en Tordesillas, en el Mesón Castellano (un buen menú baratito), y poco más que contar, sino la indecisión de dormir todos en Torreperogil o tirar para Granada…

Sitios www de interés:

http://www.castillodecoca.com/