Dicen que el invierno de 2009-2010 ha sido el más lluvioso en miles de años en Andalucía (¿cambio climático?). Ciertamente, ha llovido mucho más que otros años (900 litros en Torreperogil hasta final de Marzo). Cuando este verano fui con mi padre a pescar al reciente pantano del Giribaile, su nivel era de un 10 %, y éste me dijo “
jamás se llenará. Ya no llueve como antes….” . A principios de diciembre casi no había caído ni una gota por Jaén y todo hacía presagiar (cabañuelas incluidas….) que un año más íbamos a decir eso de “
ya no llueve como antes”. Siempre tenemos la impresión de que nada es como antes…
El
domingo de ramos de esta Semana Santa marzo-abrilera de 2010 iba con mi padre y mi madre de Torreperogil a La Carolina para iniciar allí este viaje por tierras castellanas y asturianas, y al cruzar el puente Ariza (o mejor dicho, la versión moderna del puente), mi padre me dijo “
Coño….. ya no se ve el puente viejo. Qué barbaridad. Jamás pensaba que llegaría aquí el agua. Parece un mar¡¡¡”. Y es que no hay mal que cien años dure, ni pantano que jamás se llene, a pesar de que el mismísimo Al Gore siga empeñado en que tenemos que creer en el cambio climático, si o si.
Y allí, en La Carolina, empezó este viaje. Más concretamente en el hotel La Perdiz donde nos encontramos con la furgoneta de Antonio y sus ocupantes, Antonio Jiménez, Carolina y Jose, que venían de Granada. Con unas buenas tostadas de tomate en el estómago, los cuatro, carretera hacia delante, constatamos lo bonita y verde que estaba la Mancha. Y así hasta que llegamos a
Coca, en la provincia de Segovia, primer punto de parada que teníamos previsto. ¿Por qué ir a Coca? Está claro, por su Castillo, construido en 1453 por Alonso de Fonseca, y reformado, entre otros, por el Marqués de Cenete, de quien se dice que fue presa de las brasas lanzadas desde sus almenas por pretender a una moza de los Fonseca. Hoy día, la parte no visitable del castillo se usa como internado para una Escuela de Forestales, la cual parece ser muy demandada…. ¡Quién lo diría, una Escuela de Forestales en medio del páramo castellano¡ El Castillo es bonito, sin duda, algunos dicen que el más bonito de España, cosa que, como siempre, depende de para quien…
Hartos de Castillo y un poco decepcionados por las tapas de un barecito junto a la muralla (es que como las tapas de Graná no hay ná¡¡¡….), tomamos camino de nuestra primera parada y fonda:
Peñafiel (Valladolid), cuna de la D.O. Ribera del Duero. Los cuatro, no sin antes dar unas cuantas vueltas furgoneteras-antoñeras por Peñafiel, tomamos posesión de nuestros aposentos, en una casa denominada “
Pueblo de la Ribera”, o mejor dicho, en el primer piso de la casa, pues en el otro vivía su dueña, Alicia, una chica maja, amable y motera, con la que, como no, acabamos tomándonos unas cañas en el Metro. La casa era bonita y agradable por dentro, aunque quizás algo escorada a las afueras de Peñafiel (no muy lejos del puticlub…). No obstante, como nuestras comidas y bebidas se presumían opíparas, un paseíto no nos vendría nada mal…
Poca vida esa noche en Peñafiel a pesar de ser domingo de ramos, y es que Castilla es Castilla… No obstante, entre cojos, los seis habitantes de la Plaza del Corso, la caldereta de codero y el vino cosechero Viña Sastre (muy recomendable…) del Restaurante Don José (no confundir con Don Pepe…), pasamos nuestra primera noche castellana.
A la mañana siguiente, ya
lunes santo, comenzó lloviendo, como estaba previsto. Era día de bodegas, pues para eso habíamos venido aquí. Pero…¿Qué bodegas visitar? Vega Sicilia…por supuesto…., diría la mayoría. Pues no, no son visitables, que pena… Así que… tuvimos que conformarnos con la
Bodega Abadía Retuerta, también situada en lo que por aquí llaman “
Milla de Oro”, que parece ser la milla donde se concentran las bodegas más prestigiosas y poderosas de la Ribera del Duero. Y parece que así es, pues aquí, en Peñafiel, todo el mundo dice que son las culpables de que no se construya la autovía Valladolid-Peñafiel, pues le expropiarían sus viñedos… ¡Qué cosas¡
La primera sorpresa de Abadía Retuerta es que no está en la D.O. Ribera del Duero. ¿Por qué? Pues por que parece ser que no siguen las normas estrictas exigidas por el Consejo Regulador. La segunda sorpresa fue que la guía de la bodega nos dijo que los “
sulfitos” se le echan al vino para poder digerirlos. La tercera, que nos costó 10 € a cada uno. Y la cuarta, que el vino era un asco¡¡¡. Y eso, a pesar de los esfuerzos de su gran diseñador de bodega, el enólogo fránces,
Pascal Delbeck, cuyo secreto es no someter el vino al estrés del bombeo (o como dicen, todo, todo, todo, por gravedad…). No todo es malo…la Abadía y el paisaje son una maravilla, pero lo que se trata es de hacer vino, no abadías…
Y después tocaba comer…. Y nada mejor que un Lechazo en Peñafiel en
Casa Mauro, un valor seguro. ¿Y qué vino tomar? Pues nada, como no estábamos para más experiencias retuertas o retorcidas, otro valor seguro:
Pago de los Capellanes. A la salida, para cambiar de aires, fuimos a tomar el aire al Castillo, el de Peñafiel, que para mi gusto es mucho más coqueto que el de Coca. Dentro alberga el museo del vino, pero mejor visitar otra bodega….
¿qué bodega visitar? Tatatachan……
Pago de los Capellanes, en Pedrosa de Duero, en Burgos, justo en el límite con Valladolid. ¿Qué decir de esta visita?.... Estos sí, si están en la D.O., y si someten al vino al estrés
del bombeo, y no cobran en la visita. La bodega es nueva (tiene pocos años de vida), incluso su parte de Enoturismo aún no está abierta, pero eso sí, es de Armani. Y para que todo fuera perfecto, Pilar, una chica joven y guapa, nos enterneció con su maravillosa visita guiada. Pero mucho me temo que pronto, cuando abran lo de Enoturismo, empiecen a cobrar (Armani hay que pagarlo…), y se pierda algo de encanto. Al final, compramos vino, ahora sí. Es un valor seguro, pero caro… No era cuestión de comprar los 30 litros que quería comprar Antonio en esta bodega… así que nos fuimos a la bodega de la cooperativa de Pedrosa de Duero (Viña Vilano), y allí si, Antonio se hizo con los 30….La clave: si las tierras son iguales, el vino debe ser bueno también….
A la mañana siguiente,
martes santo, tomamos rumbo al norte, dirección Palencia, por una carretera que Alicia, la de la casa, nos había dicho que atajaba y estaba muy bien. A la salida de Peñafiel tropezamos con Pesquera de Duero, famosa por el tinto Pesquera. Pero para nosotros Pesquera en este viaje será sinónimo de “
Atasco absurdo de la Furgoneta”. Pero… “
como se va a atascar la furgoneta en la carretera de Peñafiel a Palencia????”. Ni yo mismo me lo explico. El caso es que intentando entrar a Pesquera por un camino de tierra, se nos atascó la furgo. Al final, ni para adelante ni para a atrás. Lo demás os lo podéis imaginar: SuperAntonio diseñando la estrategia de escape sin necesidad de grúa, Jose echando fotos para la colección, Carolina llamando a sus gentes por el móvil y haciendo tratos inmobiliarios como si con ella no fuera la cosa, y yo a punto de darme un ataque por lo ridículo de estar allí metidos…
Superado el atasco por superAntonio y su gato, pusimos rumbo a León. Pasamos por
Fromista (Palencia). Obviamente paramos, no solo para ver su impresionante iglesia románica (dicen que el románico perfecto¡¡¡), sino para papear algo. La siesta en la furgo, con la narcosis de Carolina y las sobadas de Jose, nos llevó hasta el Pantano de Barrios de Luna en León, donde tomamos la maravillosa carretera desde Caldas de Luna a Villablino, pasando por la comarca de Babia. Estábamos en Babia, o mejor dicho, estábamos pasando por Babia. El paisaje de postal: deshielo, nieve, agua, verde, vacas, ríos, y nubes amenazantes de lluvias y nieve. Y se hizo la nieve, pues subiendo el puerto de Cerredo, que separa León con Asturias, se nos puso a nevar. ¿Poner cadenas? ¿otra escenita con la furgoneta?. A la bajada, ya en Asturias, entramos por la comarca de Degaña, y comenzamos a subir el Puerto de Rañadoiro. Y cual fue mi sorpresa que han construido un túnel muy bonito y ya no hay casi puerto. Y es que esta España avanza¡¡¡ Y a la bajada, desvío y a Gedrez, un micropueblo del Valle del Narcea, donde haríamos noche de martes santo.
Hotel-restaurante Grabelón. Es el único sitio donde se puede dormir y comer en
Gedrez. Nuestro objetivo allí era doble: beber sidra y hacer una excursión al día siguiente por el poderoso
Hayedo de Hermo. Ambos los cumplimos con creces. Nos bebimos 11 botellas de sidra, antes y durante la cena. Cena amenizada por una pareja formada por una argentina y un asturiano-argentino octogenario. Ella había venido a Asturias y Cangas de Narcea a conocer la tierra de su nuevo maridito, y él, como visita anual que solía hacer para no olvidar a sus paisanos y a visitar a su hijo que está en Ucrania. Ambos amenazaron con venir al Secadero de Antonio para conocer Granada…
A la mañana siguiente, ya
miércoles santo, llegó nuestro quinto componente del grupo, Manolo Guerrero, desde Luarca. Y juntos, tras un suculento desayuno en el Grabelón nos pusimos las botas y nos fuimos al Hayedo de Hermo con un plano manual que nos hicimos en el Grabelón. Bonita excursión entre el Hayedo. Partimos de un puente en el km. 7 de la carretera Gedrez-Monasterio de Hermo y entre pistas, restos de minas de carbón, veredas difíciles de ver, y alguna que otra pérdida y nevada esporádica, conseguimos volver a Gedrez empapados como una sopa. La comida campera heterogenea: Bota de vino y langostinos de Manolo, y unos bocatas hipersalados de jamón frito que nos hicieron en Grabelón. Por cierto, 37 € por persona: cama, cena, desayuno, sidras y bocatas. No está nada mal ¡¡¡
Tras la excursión, Antonio y yo nos fuimos a Oviedo a recoger a nuestro sexto acompañante, Juan de Mata (Juande), que llegaba en autobús desde Granada. Jose, Caro y Manolo se fueron a
Luarca a tomar posesión de nuestra última residencia de este viaje:
Hostal Rico, en pleno centro de Luarca. Esa noche supuestamente deberíamos ver una procesión, pero llovió. Estaba claro que este viaje no iba de procesiones…
Y al día siguiente,
jueves santo, los 6 nos fuimos otra vez de ruta andarina, pero en esta ocasión por la preciosa costa asturiana. Partimos de
Navia y llegamos hasta
Puerto de Vega, por un sendero en general bien marcado, y bautizado como
Ruta Naviega. Los paseos junto al mar cantábrico son un valor seguro. El día además, precioso, con sol y ausencia de lluvia. Y la comida, fantástica, en el restaurante
La Marina de Puerto de Vega. La lubina de Juande era de órdago¡¡. A la noche, procesión del
Nazareno de Luarca, dicen que es de las procesiones más famosas de Asturias. Lo más llamativo para mí de esta procesión: Los nazarenos no existen, pero son sustituidos por multitudes de paisanos que van con sus velas acompañando al cristo. Esa noche, nada mejor que ir a la casa de Manolo para ver desde sus balcones la procesión, y de paso comprobar que lo tenemos en buen recaudo viviendo un precioso piso, con todo ordenado y la nevera llena. Gracias por la cena que nos diste, amigo Manolo¡¡¡¡
Y el
viernes santo tocaba
Luarca. Amaneció lluvia, y habían dicho que la procesión de hoy salía si o si. Un paseo por el barrio de la pescadería, por el puerto y el puente del beso, por las playas, por el cementerio, con la tumba de Severo Ochoa con impresionantes vistas al mar, por las casas de indianos, y al final, una sidra escanciada maravillosamente por Juande y unas del
iciosas fabes con almejas en el restaurante
La Dársena, en el puerto. Buen menú, en calidad y en precio, sin duda…Otros sitios que me gustaron de Luarca-la Nuit:
Bar Las Brasas y Bar Cromwell (un vasco en Asturias). Esa noche Jose y yo nos fuimos algo antes a la cama, y en medio de la noche oigo a Carolina llamando a nuestra puerta y risotadas varias en el pasillo del hostal. ¿qué pasará?.... A la mañana siguiente nos enteramos que Carolina había dejado sus llaves en la recepción del hotel y no había nadie, así que liaron una buena para intentar abrir la puerta de su habitación. Al final, imposible…no pudo entrar en su habitación….pero…¿Dónde durmió Carolina?
A la mañana siguiente,
sábado santo, tocaba irse de vuelta, pagar 65 € por habitación (a Antonio le saltaron los demonios… ). Paradita para comer en
Tordesillas, en el
Mesón Castellano (un buen menú baratito), y poco más que contar, sino la indecisión de dormir todos en Torreperogil o tirar para Granada…
Sitios www de interés:
http://www.castillodecoca.com/