lunes, 12 de abril de 2010

Sierra Nevada: Cuatro “tresmiles” de nombre incierto

Si hace unos años me dicen que sería capaz de hacer esta ruta de alta montaña en condiciones invernales (nieve, hielo, crampones, etc…), francamente no me lo hubiera creído. En realidad, a mitad de ruta tampoco me creía que la fuéramos a acabar. Ahora os lo cuento….

Jose había diseñado esta ruta hace un par de años, y estábamos esperando que las condiciones invernales fueran óptimas para realizarla, y nada mejor que uno de los años más nivosos del milenio para ponerse las botas cramponables que tanto he paseado por los glaciares de los Alpes…

Había que levantarse muy temprano. Sonó el despertador a las 6 y media, aunque Antonio no había dormido en toda la noche, como los niños esperando (o temiendo….) los reyes magos. Así que a las 8:15, con un amanecer de lujo y con la inestimable ayuda del Vitara de Juande, estábamos en el punto de salida, la cadena donde se corta la pista de la Loma de Papeles (2120 m). A la llegada, primer mosqueo de Jose, “hemos venido demasiado tarde…hay poca nieve”, segundo mosqueo de Jose, “se nos ha olvidado un bastón…”… y tercer mosqueo de Jose, “Antonio decide ir sin crampones y casi sin agua”. Ya sabes, cosas de SuperAntonio….

Subiendo por la Loma de Papeles llegamos al Refugio de Peña Partida (2590 m), y de ahí, por la Loma de los Cuartos y sin necesidad de crampones, llegamos al primer pico, el Puntal de los Cuartos (3152 m). Subida interminable, y en mi caso con una pájara de órdago. ¿Serán los años, pensé? ¿Será la falta de entrenamiento? ¿Será el madrugón?. ¿Serán los mosqueos de la salida? ¿Será el fuerte ritmo?... Para colmo, a mitad de subida me caí en un trocito de hielo y me entró un miniataque de pánico al verme solo, ya que los “capullines” de Jose y Antonio me iban dejando atrás cual “lastre incómodo” cada vez que me acercaba a ellos... Intenté ponerme los crampones, pero me di cuenta que los míos los tenía Jose, así que los llamé por teléfono (a voces era imposible) y les dije que me bajaba al coche y los esperaba en una terracita soleada de Granada tomando unas cañas, que para eso era domingo. En estos casos uno espera que Jose se abalance corriendo para traerme los crampones o ayudarme a cruzar la zona de hielo….. Menos mal que Antonio, una vez más, medió en el conflicto y me rescató, prosiguiendo así la ruta….

Al Punta de los Cuartos llegué exhausto. Para colmo estaba nublado, empezó a nevar, y el resto de los picos que nos faltaban, se veían lejísimos. Se daban todos los ingredientes para bajarse y cumplir mi sueño de una caña en una terracita… Pero por arte de magia se despejó. El ánimo del sol, la barriga llena por el bocata de jamón y queso, las barritas energéticas y la estrategia de Jose y Antonio de proponerme (o mentirme…) ir unicamente hasta el siguiente pico, que era fácil, consiguieron convencerme. Y es que ya son muchas las excursiones jodidas que hemos hecho los tres juntos…. y nos conocemos la psicología de todos. La alta montaña, como casi todo en la vida, tiene mucho de esfuerzo psicológico más que físico…, ya sabéis…

Con un sol radiante y con los crampones, a través del casi inexistente collado de Escarpes (3102 m), llegamos al segundo tresmil. Según un mapa es el pico de la Atalaya (3139 m) y según otro, el Pico de la Justicia. Menudo cachundeo…. De ahí, con el ánimo radiante y una nieve en estado óptimo, poco esfuerzo tuvieron que hacer Jose y Antonio para convencerme de seguir la ruta y no volvernos…(mi mente había cambiado la caña de cerveza por la lata de isotónica). A través de una delicada bajada, llegamos al Collado de las Buitreras (2992 m), donde nace el arroyo Vadillo, afluente del Genil. De allí, una dura pero corta y preciosa subida, nos llevó al Pico del Cuervo (3145 m), desde donde llamamos por teléfono ¿Manolo?.... Tranquilo, Manolo, en esta ocasión no era Carolina….

Echas las fotos de rigor, y por una cuerda con unas vistas espectaculares y por un ambiente alpino (Jose decía que parecía que íbamos por un glaciar….y es que Jose con los glaciares orgasmea), llegamos al cuarto y último pico, que según un mapa se llama Mojón Alto (3115 m) y según otro, Atalaya. Desde aquí, descendimos de manera interminable por la Dehesa del Calvario hasta cruzar el arroyo Vadillo a la altura del comienzo de los pinos (2020 m), por un camino que ya conocíamos. Así que mi ánimo estaba por las nubes ¡¡¡. Eso sí, las nubes empezaron a chorrear…., aunque poco. Desde aquí, por un trepadero de locos a través de los pinos, conseguimos encontrar la vereda que nos llevaba de nuevo a la Loma de Papeles, y de ahí al coche de Juande, sin Juande. Llegamos al coche a las 8 de la tarde, y a la casa de Juande a las 10.

Balance de la jornada: 12 horas, 21,15 km de travesía invernal, 1680 m de desnivel acumulado, cuatro picos de 3000 m, sol, nieve y lluvia. ¿Se puede pedir más? Si….. las mejores vistas de Sierra Nevada….(Vacares, Alcazaba, Mulhacen, Machos, Veleta…).

Antonio, hijo, cómprate unos crampones más ligeritos, que no te de pereza cargar con ellos, que un día te vas a matar ¡¡¡. En Austria este verano, o te pones los crampones, o no vienes con nosotros…. jajaja
Juande, te echamos de menos...

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