Dejando Tours con la furgo de Antonio y con la responsabilidad que ello conlleva, tomamos el cauce del río Cher, famoso afluente del Loira por albergar numerosos y famosísimos castillos como el de Chenonceau y Villandry. Nuestro objetivo era pasar un día de camino a los Alpes franceses visitando zonas aún por explorar. No teníamos más que un rumbo fijo, sur-sureste, los Alpes, pero no objetivos fijos.
Al buen rato de tomar una carretera paralela al Cher, paramos en Selles-sur-Cher, donde hay un magnífico castillo mezcla de fortaleza y residencia renacentista justo al borde del río, aunque cerrado a la visita. Nos conformamos con unas fotos desde el río y desde la reja de acceso, así como un suculento pick-nick sentados junto al límpisimo Cher por el que pasan, para nuestra envidia, numerosas canoas.
Continuando nuestro día de rumbo claro pero de objetivos inciertos, visitamos el Castillo de Moulin, un hermosísimo castillo rodeado de un foso con agua (véanse fotos), casi de cuento de hadas. En los jardines del castillo hay un poco interesante museo de la fresa. El calor era bochornoso y la vegetación del castillo se veía angustiada¡¡¡
El castillo de Moulin se encuentra en una comarca conocida como Sologne, un territorio salvaje y tranquilo en el que abundan los bosques de caza (bien frecuentados por la realeza francesa) y los numerosos lagos y estanques. ¡El país de Sologne cuenta con más de 2.800 estanques!
Mapa en mano, y curso arriba del río Cher, en dirección sureste, nos dirigimos al Berry. El Berry fue una provincia de Francia durante el Antiguo Régimen (antes de la Revolución Francesa) con capital en Bourges. Tras la reforma territorial de 1790 su territorio se dividió entre los departamentos de Cher, Indre, Loira y el de Loir y Cher, las cuales forman parte de la Región Centro. Incluso hay una lengua que se denomina frecuentemente patois, llamada berrichon, que está en vías de extinción, pero de la quedan algunas palabras de uso común.
Ya en el Berry pasamos por un hito bien anunciado en la carretera (como corresponde a los franceses, que lo anuncian todo), que dice ser el Centro geométrico de Francia, el punto que divide la Francia del norte, de tejados de pizarra, y la Francia del sur, de tejados rojos.
Guías y mapas en mano, nos dirigimos hasta la Abadía de Noirlac (véase foto) un monasterio cisterciense fundado en 1136 y actualmente secularizado, restaurado y convertido en museo (desde 1909 es propiedad del departamento de Cher). La visita mereció mucho la pena, no solo por la abadía y su perfecto estado de conservación, sino por el sitio en que se encuentra y sus jardines, donde destaca una colección de antiguos tilos francamente espectaculares.
Ya en el Berry pasamos por un hito bien anunciado en la carretera (como corresponde a los franceses, que lo anuncian todo), que dice ser el Centro geométrico de Francia, el punto que divide la Francia del norte, de tejados de pizarra, y la Francia del sur, de tejados rojos.
Guías y mapas en mano, nos dirigimos hasta la Abadía de Noirlac (véase foto) un monasterio cisterciense fundado en 1136 y actualmente secularizado, restaurado y convertido en museo (desde 1909 es propiedad del departamento de Cher). La visita mereció mucho la pena, no solo por la abadía y su perfecto estado de conservación, sino por el sitio en que se encuentra y sus jardines, donde destaca una colección de antiguos tilos francamente espectaculares.
Cansados ya de coche, decidimos hacer noche en el pueblo de Saint-Amand-Montrond, un pueblo de tamaño medio, en perfecto estado de conservación y homogeneidad, con casas de tejados rojos, donde dormimos (Hotel de l’Ecu, un bonito y modesto hotel en una casa palaciega), cenamos y paseamos, sin prisas, como corresponde a un tranquilo día de transición.
A la mañana siguiente, y siempre con rumbo sureste, hicimos dos visitas más en el Berry. Primero, Ainai-le-Vieil, un bonito castillo renacentista, también con foso de agua a su alrededor y unos jardines maravillosos que invitan a estar todo el día paseando (véanse fotos), leyendo y tomándose una cerveza bajo un árbol. Segundo, el Foret de Troncais (véase foto) un extenso bosque de robles, algunos de ellos centenarios.
Ya de vuelta a la autovía que nos conduciría a Clemont-Ferrand, Lyon y Chambery, pasamos por pequeñas carreteritas y pueblos preciosos y tranquilos, en perfecto estado de conservación, pequeños ríos, tierras de cultivo y pequeños bosques.
Incluyo el Berry en la agenda, y la promesa de volver alguna vez más por el Centro de la France….
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