sábado, 6 de noviembre de 2010

Sierra de Segura: De Pontones a Poyoteyo con Celia y Tere

Habían llegado Tere y Celia a Torreperogil a pasar juntos unos días de nuestras vacaciones de verano en el Cuco. A media mañana, y montados en el Defender de mi padre (conseguido tras negociaciones previas), nos adentramos en la Sierra de Cazorla por el tradicional puerto de Las Palomas. Desde ahí continuamos hasta la aldea de Vadillo Castril, y tras pasar el desvío del área recretativa de Linarejos, nuestra carretera se convierte en camino carretero, que tras pasar por las Navas del Espino y San Pedro, llega al Collado de la Fuente Bermejo, donde había muchos coches aparcados pues desde ahí se llega facilmente a la Laguna de Valdeozores y el Nacimiento de Aguas Negras (el nacimiento veraniego del Borosa). Continuando aún bajo bosque y con la Sierra de la Cabrilla a nuestra derecha, llegamos al Collado de la Zarca y poco después al Control y refugio de Rambla Seca, entrada oficial de los míticos Campos de Hernán Peréa. El bosque, aunque seco por estar en verano y por que la primavera no ha sido muy lluviosa, cuenta con un buen desarrollo vegetativo, reflejo de uno de los inviernos más lluviosos y nivosos de las últimas décadas.

Entramos a unos Campos bien secos y más lunares si cabe, como corresponde al mes de agosto, Campos que esconden bajo ellos como gran tesoro una reserva de agua que alimenta a numerosos manantiales, como los nacimientos de los míticos ríos Aguamulas, Borosa, Segura y Castril. Tras pasarlos en la dura siesta veraniega, llegamos a los Campos del Espino y poco después al Nacimiento del Río Segura. LLevaba varios años sin ver tanta agua saliendo de este bonito nacimiento en un mes de agosto. Además, lo han arreglado, o según Vicenta, lo están arreglando todavía, por que es imposible que se hayan gastado tantos dineros en poner los columpios y arreglar las vallas de la carretera y el aparcamiento. Allí paramos, foteamos, y comimos con cerveza del chiringuito.

Ya en el Ponton Alto, Vicenta nos esperaba en su casa Alto Segura. En esta ocasión su hermana y su sobrina estaban allí. Buen recibimiento, siesta leve, paseo hasta Fuente Segura de Abajo bajo una ruidosa tormenta veraniega y leves chubascos, cerveza con pisto caserísimo y riquísimo, y para antes de dormir un cordero en el restaurante del hotel. Pontones estaba con resaca de ferias. Habían acabado la tarde de antes y todo (2 de los tres bares) estaban cerrados, y solo el hotel estaba abierto y atiburrado de gente de gente joven, cosa poco habitual en otras épocos del año.

Nos levantamos prontito. Las excursiones de verano en el sur lo requieren. El día y la tormenta de la tarde anterior nos brindaron una bonita niebla en el valle del Segura. El otoño va llamando a la puerta poco a poco y eso me alegra y me emociona....

Bota en pie y micromochila en espalda, bajamos por el camino paralelo por el río Segura desde Pontones hasta el Cortijo del Herrero, siguiendo las indicaciones de sendero de pequeño recorrido PR (marcas amarillas y blancas), en un ambiente agradable, fresco, con una vegación exuberante de sotobosque, y numerosos arroyos con agua fresca y limpia. De nuevo las lluvias generosas del invierno se ponen de manifesto.

Allí había un cruce de caminos y la marca del sendero era confusa. Decidimos tomar el camino de la derecha para continuar paralelos al río, pero a poco más de un kilómetro el río se estrecha mucho y el sendero, tal cual marcan los mapas, desaparece. Era evidente que nos habíamos equicocado. Toca retroceder y tomar la opción de la izquierda, camino del Cortijo Masegoso, paralelos al Arroyo Masegoso que baja aún con abundante agua cristalina. Allí han rehabilitado un bonito cortijo y parece que han hecho apartamentos turísticos. Me tengo que informar mejor. Es un sitio tranquilo, aislado, con muchos bosques y agua, ideal para olvidarse del ruido de las obras del metro de Granada. Justo en el cortijo, una bien indicada senda sale a la derecha aunque no viene reflejada en los mapas. En continua subida llegamos a un bonito collado (cuyo nombre no veo en los mapas; tendré que preguntar a los pastores), al cual Celia llega primera, como no podía ser de otra forma. Desde el collado la senda, bien marcada pero salvaje por la vegetación y falta de mantenimiento, llega hasta el arroyo de Patas, bien cargado de agua limpia y rica en este año generoso de nieves, lo que nos obliga a hacer unas pequeñas piruetas para cruzarlo. El paisaje precioso, con el pico Cabeza de Masegoso a nuestre derecha, la profunda cuenca del Segura al fondo, y la aldea de Poyoteyo, nuestro objetivo, en el horizonte.

Allí la senda se une a otra senda más importante, que va de Huelga Utrera a Poyoteyo y que ya había recorrido en diversas ocasiones. Mi sorpresa fue el intenso acondicimiento que han hecho de ella, incluyo con vallas de madera, quitamiedos de zonas algo comprometidas. Tras cruzar un caudaloso y muy encajonado río Segura, comenzamos a subir por restos de antiguos bancales de huertas abandonadas que aun conservan nogales centenarios y algún que otro arbol frutal como manzanos. A nuestra izquiera una gran pared de piedra entre la cual el agua aun quiere salir, y bajo la cual se esconde uno de los atractivos de esta ruta bastante frecuentada, la Cueva del Agua. Creo que era la quinta vez que había venido aquí, y nunca le había encontrado sentido a su denominación. Ahora sí, al fin, había llegado el momento. Un poderoso manantial brotaba entre las piedras de la cueva, signo de lo alto que está este año el nivel freático de las aguas, unas aguas cristalinas que inundaban gran parte de la cueva y que seguró llegarían al Segura. Tras reponer fuerzas en la puerta del cueva, afrontamos nuestras últimas cuestas para llegar a Poyotello. Una coorte de gallinas y gallos suletos nos recibieron. Una aldea bien arreglada, con no más de 30 o 40 casas, y que seguro no supera la cincuentena de habituantes, aunque ahora en verano seguro que duplica su población. Rica fuente de agua, un vendedor ambulante de carnes y embutidos, las sombras de los nogales, las gallinas correteando, y la tranquilidad del lugar, para esperar a Vicenta, quien nos recogió con su coche para llevarnos a Pontones. En el camino nos contó de un matrimonio londinense que vive en Poyoteyo todo el año, desafiando el aislamiento y los frios de estas duras tierras serranas del Segura.

Ya con nuestro Defender paramos en Hornos, para contemplar el repleto pantano del Tranco y degustar un no muy sabroso ajo atao y migas serranas. Atinamos en la excursión, pero no en el restaurante....¡qué se le va hacer¡
Refugio Rambla Seca

Defender en Campos de Hernán Perea


Poyotello al fondo

Gargantas de Segura

Cueva del Agua

Pantano del Tranco



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