De camino a tierras más cálidas tuve este avistamiento. Quedé impresionado y sobrecogido. Tiene 3776 m de altura, y está
completamente aislado al oeste de Tokyo, entre las prefecturas de Shizuoka y
Yamanashi. Es un volcán oficialmente activo pero con muy bajo riesgo de erupción.
Ahora está callado, desde hace tres siglos. Sobresale de las nubes. Es lo más alto de Japón y a él
se puede subir solo oficialmente en verano. Ya pueden subir las mujeres, pero
hasta el siglo XIX no podían hacerlo. Quizás haya pocos picos en el mundo tan
fotografiados y referidos en la literatura y en las artes. Su
aislamiento le confiere tal elegancia que más perfección en un pico es
imposible. Fu significa riqueza y Ji significa samurái. No hay japonés que no
sepa de memoria su altura y no hay mejor icono para representar a este gran
país. No obstante, lo que más me ha impresionado en mis lecturas sobre este
pico es que desde pequeño en las escuelas lo enseñan como un ejemplo a seguir.
Hay que ser tan alto como él, y no solo en el sentido físico del término, sino
en el sentido moral. La naturaleza, esa que tanto golpea a estas gentes, es su gran referente.
Se llama Monte Fuji y es majestuoso.
Que avión nas cuqui!
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