Desde una de nuestras estaciones de tren, Azamino, se puede
tomar un tren que va directamente al centro de Yokohama. Yokohama, capital de
la prefectura de Kamagawa, es la segunda ciudad más importante de Japón, con
casi 4 millones de habitantes. Es como si Getafe (ciudad dormitorio de Madrid) fuera
la segunda ciudad de España, pues Yokohama no deja de ser una ciudad dormitorio
de Tokyo. No obstante, Yokohama aspira a conquistar el dominio financiero y de negocios a Tokyo, pues además cuenta con el puerto marítimo más importante de Japón, y con el rascacielos más alto de Japón. En su tiempo el puerto fue importante por la seda, como os podéis imaginar, y ahora me temo que lo será por los coches y la electrónica.
El centro de Yokohama es tan bullicioso como el centro de Tokyo, y está menos lleno de turistas (guiris). Se agradece ¡!!
Desde Yokohama estación (enorme, por cierto) tomamos un tren a una ciudad costera llamada Kamakura, y que el marido de nuestra amiga Akiko nos había recomendado. La ciudad tiene playa, está rodeada de montañas con muchos árboles, y además cada paso que das hay un templo, budista o sintoísta. Todo ello hace que esta ciudad, de un tamaño comparable al de Granada en número de habitantes, sea muy turística.
Nosotros además fuimos en el domingo previo a la fiesta nacional de deporte, por lo que había muchos japoneses de puente. Japón esconde muchas sorpresas y roturas de tópicos. Una de ellas es que tienen muchas fiestas, y muchos puentes. No son fiestas religiosas, por lo que digamos unen a todas las religiones, aunque como os dije, en este país prima la moral frente al fanatismo religioso. En esta fiesta, la del deporte, se celebra la inauguración de las Olimpiadas de Tokyo de 1964. Como os podéis imaginar, este año, la celebración es especialmente emotiva. Los japoneses están totalmente exultantes con sus olimpiadas de 2020, y todos están pensando lo que van a hacer para ayudar a la organización. Lo que nos vendieron de que Tokyo 2020 no tenía apoyo popular, es un “cuento….chino, bueno…japonés”.
Kamakura tiene dos partes, la montañosa, y la playera. En la montañosa visitamos un par de templos budistas, a cada cual más bonito. Si no fuera por lo plagados que están de gente, serían sitios de una gran quietud, con sus árboles ornamentales, sus jardines zen, y sus salas de meditación con esa luz difusa que entra por las ventanas y correderas de palillería fina japonesa a través de las que se ven los jardines. Son lugares organizados con encanto, como la Alhambra, para pasear y meditar. Tienen mucho sentido de la estética los japoneses, es admirable.
No es el momento óptimo para visitar templos. Ese momento es durante el anunciado y esperadísimo Momiji, cuando los árboles se ponen de otoño y el arce japonés se torna rojo intenso. Pero eso llegará pronto ¡!!!! Solo falta que baje un poquito la temperatura..
En Kamakura montañosa fuimos hasta un pequeño pico observatorio, desde el que se el Océano Pacífico y la ciudad baja, junto a la playa. Es emocionante ver el Pacífico, para mi signo de inmensidad y misterio. Aquí el Pacífico es cálido (circulan tifones con frecuencia), nada que ver con ese Pacífico de las costas chilenas, plagado de icebergs y de pingüinos que hace unos años tanto me impresionó.
Entre la ciudad montañosa y la ciudad baja visitamos un enorme templo sintoísta. Los templos sintoístas son gratis, pero a la vez, están repletos de tiendas para comprar los amuletos de la suerte, echar papelitos para pedir deseos, etc… Total, un sacadineros. Son más alegres que los budistas en su colorido, y cuando además, te encuentras una boda, el espectáculo se hace inmenso. Ese día, domingo, era día de bodas, y nos encontramos dos, una budista y otra sintoísta ¡!!! Os dejo video para que os deleitéis con la novia!!!! Espectacular.
En la ciudad baja destaca el Buda Gigante!!!!! Un buda enorme, que realmente impresiona. Aquí se nos hizo de noche, a la vez que otro tópico se rompió definitivamente para mí. Un japonés se me acerca y me dice en inglés ¿ves la luna que bonita está detrás del buda, voy a echarle una foto? Tenemos la idea del japonés frio, tímido, atemorizado, distante. El choque cultural siempre nos distorsiona la realidad, lamentablemente.
Sobrecogidos por el buda, nos fuimos a la playa, en un atardecer sobre el pacífico aun más romántico que la luna sobre el buda que tanto cautivó al japonés que intentó ligar conmigo. Es la primera vez que veo escenas de barcos pescadores en Japón. Me recuerda a nuestras costas españolas. No en vano Japón, Perú y España comparten el honor de ser los países con más pescado en su dieta. Curiosamente existen unas intensas relaciones Japón-Perú (todos nos acordaremos del mafioso presidente peruano Fujimori), al igual que entre Japón y España, que como sabéis empezaron en Coria del Rio (Sevilla), donde el apellido Japón es más que abundante. Este año además se cumplen los 400 años de buenas relaciones España-Japón, y entre muchas cosas para conmemorarlo, Japón ha sacado una edición de sellos con monumentos españoles. La he comprado, y le he regalado una a Mizutani.
De vuelta a casa, paramos en el centro de Yokohama a cenar. Perdidos en la locura de las puertas de la estación de Yokohama, conseguimos encontrar la zona de restaurantes bulliciosos. Allí nos metimos en un restaurante tipo Izakaya, una especie de bar de tapas tradicional, donde la gente bebe, bebe, y bebe. A nuestro lado dos japos rudos con enormes botellas de saque nos dieron a probar. ¿Alguien sigue pensado que los japoneses son fríos?
Espero que os gusten las fotos. A mí me encantan…
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