Hace unos 5 años, durante mi primera visita a Osaka, no me
podría imaginar que pasado este tiempo volvería para asistir a una conferencia
nacional japonesa de emisión acústica (AE). Y efecivamente, hace un año, en la conferencia
norteamericana en Los Angeles, el presidente del grupo AE japonés, prof.
Wakayama, me invitó a que asistiera y presentara una charla. La conferencia
está cerrada solo a los japoneses, máxime cuando las charlas son en japonés,
aunque a algunos de ellos los conozco de verlos en varias conferencias, entre
ellas la del año pasado en Granada. De hecho, mi relación con el prof. Wakayama
comenzó cuando al llegar este a Granada se le había perdido la maleta, y amablemente
le puse una azafata del congreso y un taxi para que fuera a comprarse ropa al
Corte Inglés.
La conferencia se celebró en el bonito campus de la
Universidad de Kansai, una universidad privada, con muchos estudiantes que
inundan sus calles y el restaurante central. La atmósfera era fantástica. Aquí
me encontré con algunos que seguro los forofos de la AE conozcáis, como los
profesores Yoshida, Shitoani, Enoki y por supuesto mi querido Mizutani, que fue
quien me gestionó todo, como siempre. La conferencia fue organizada también por
la Asociación Japonesa de Ensayos No Destructivos (JSNDI), y por su puesto la
organización fue perfecta. Ni un retraso, sobre todo por que junto al orador
había un enorme reloj. Los japoneses son unos histéricos de la puntualidad. Eso
es bueno y malo a la vez. El tema se lleva a extremos. Por ejemplo, si tu
presentación y preguntas tarda menos de los 20 minutos, te siguen haciendo
preguntas hasta que se cumplan exactamente los 20 minutos. Es lo que llamaríamos
retraso negativo, o adelanto, que tampoco está bien visto en esta sociedad.
Hubo unos 50 asistentes (no los conté), y tres empresas
mostrando sus productos en stands. Por supuesto que el nivel científico es
bueno. Ya quisieran eso algunos países ¡!! En USA también hay mucha gente, pero
son mucho más mayores. En Japón, y gracias a lo que me explicó Shiotani, como
un modélico sistema de formación de jóvenes investigadores, como una parte
obligatoria de su formación en grados y masters, se consigue mantener viva la
ciencia en todas sus ramas, e ir poniendo semillas para el futuro. De eso soy
consciente en los laboratorios de Mizutani y Shitoni.
El primer día del congreso nos dieron una cena informal tipo
cocktail, con deliciosas comidas, aunque la mejor fue una carne de vaca
japonesa famosa por que la alimentan con cerveza, y echa unas grasas en la
carne, que la hacen un verdadero manjar. La más famosa es la de Kobe, pero el
presupuesto del congreso no daba para tanto. En la fiesta no faltaron los 2 rituales típicos
japoneses, de apertura y cierre. En la apertura está el “Campai” que es el
brindis, llevado en esta ocasión por el veterano prof. Yoshida. El cierre se
hace con unas palmitas que todos se conocen muy bien, acompañadas con una especie
de gritito. Entre medias, varios discursos. A mí me pillaron por banda, y por
sorpresa, y como invitado, me hicieron dar un discurso en inglés. Ya estoy
acostumbrado a estos discursos por sorpresa made in Mizutani.
Tras la fiesta, llega lo que ellos llaman la segunda fiesta,
pero en un bar. Y ahí es donde verdaderamente la gente empieza a hablar de
verdad y a perder toda la vergüenza. Es el momento de los negocios, de los grandes
negocios con los japoneses. La gente va deteriorándose progresivamente, pero
muchos de ellos aun así, se van a una tercera o cuarta fiesta. Yo no, pues
tenía mi presentación al día siguiente.
La experiencia ha sido extraordinaria, desde luego… Los
japoneses lo tienen todo muy bien organizado y montado. Cada año tienen una,
pero van intercalando una en japonés (nacional) y otra en inglés
(internacional). El año que viene la internacional se celebra en la zona devastada
por el sunami, cerca de Fukushima, como muestra de que poco a poco se va
volviendo a la normalidad.
Con esta enorme experiencia despedí Osaka, no sin antes
probar el estupendo Okonomiyaki con una cena con Mizutani, quien al día
siguiente me acompañó a la Universidad de Kyoto, donde teníamos otra cita…
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