lunes, 2 de diciembre de 2013

El Fujisan

Uno no puede estar 4 meses en Tokyo y no ir al menos un día a ver el mayor símbolo de este país, el Fuji. El mal llamado Fujiyama. Yama significa montaña, pero no en este contexto. Lo correcto es decir Fujisan, el Monte Fuji.

Desde Tokyo el Fujisan está a tiro de piedra, solo una hora y media en autobús. Además, se ve desde muchos barrios y edificios de Tokyo. Su majestuosidad es tal que no cabe duda de su papel de guardián de este gran país. Nadie es ajeno a su presencia.

El autobús con destino al Fujisan sale de Shinjuku, muy tempranito. Son momentos para compartir en el tren con los todavía múltiples borrachos de la noche Tokyota, que están volviendo a casa. De hecho, el tren llega a oler a sake.

El Fujisan está rodeado por una enorme área montañosa y boscosa de gran magnitud y majestuosidad, aunque obviamente se encuentra totalmente eclipsada por este gran gigante de 3776 m. El punto mágico se lo dan los 5 lagos, que de mayor o menor tamaño, lo rodean. Nosotros, acertadamente, optamos por no ir al más turístico, sino a los dos  desde donde más cerca se ve el gran coloso.  Los lagos de Kawaguchiko y de Saiko.

Allí uno puede hacer de todo, desde pescar (hay muchos pescadores, aunque no sé si muchos peces) hasta pasear en barco. Pero sobretodo, uno debe andar y pasear por estas orillas viendo como, por más vueltas que uno le dé, el Fujisan es el pico de los picos, el pico perfecto, el cono perfecto. Es fácil encontrar gente pintándolo. ¿Cuántas veces habrá sido pintado el Fujisan?

En el paseo por estos lagos, ya en un otoño bastante tardío y frío, uno puede aun encontrar unos momijis para echarse esas fotos que uno siempre soñó. Sin embargo, los lagos cuenta además en su alrededor con numerosos sakuras. Su floración en el mes de abril, con el Fujisan de telón de fondo, debe ser sin duda, la imagen de las imágenes de este bello país. Ahora sin embargo, los sakuras están adormecidos esperando ese gran momento.

La zona no deja sin embargo de ser muy turística, y uno tiene que recurrir siempre esa astucia de la veteranía viajera para ir encontrando esos sitios donde el turista de masas no llega por que hay que andar mucho. Menos mal ¡!!!  

Ese turismo además provoca enorme colas de tráfico en la autovía de regreso a Tokyo, una ciudad imparable hasta el domingo por la noche. Cuando duerme la gente aquí? ¡!!!


Mi mente puede quedar tranquila tras haber estado en las faltas del Fujisan…































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