Homo Viator: Cascadas y Paredones graníticos

Hoy conocí a Lizzie en el desayuno, la otra chica de la casa. Nada que ver con Nora, esta es más joven, muy guapa, y no tan segura de sí misma ni con el aplomo de Nora. A Mike se le van los ojos detrás de ella, es normal, es fantástica. Si fuera mía, se la regalaría a mis amigos!!!. Mientras me hacía la cama (el único trozo que uso) me ha contado que lleva 6 años trabajando en la casa, y que tiene una hija de 4 años, aunque quiere tener otro hijo ya.

En el desayuno, como en el día anterior, estuvimos solos Mike y yo, hablando una hora mientras Lizzie nos servía toneladas de café. Me preguntó mucho por mi familia, por Granada, por mi pueblo. Había estado indagando en los mapas por internet, me dijo. Me preguntó de qué vivían en mi pueblo, y yo le dije que al igual que cuando él se asoma a la ventana de esta magnífica casa y solo ve pinos en infinitas millas a la redonda, lo mismo ocurre cuando te asomas a los miradores de mi pueblo y de un pueblo vecino, llamado Sabiote, y miras para los valles del Guadalquivir y Guadalimar, y solo ves olivos. Y que, por tanto, la gente vive del aceite, pero que si estuviera tan caro como en California, seríamos ricos. Quedó muy impresionado. También quedó muy impresionado cuando le conté la historia de los miles de guiris que se van a vivir a España, a las costas de Málaga, Alicante, etc. Me dijo, ¿why? Le contesté, buscando lo que no tienen en su país, sol. No lo entendía muy bien, lo cual es normal, porque California es la Andalucía de los States, y tienen sol para hartarse. También le conté mi proceso de mudanza de casa, y me contó que aquí en Fresno y el valle de San Joaquín los precios de las casas han bajado un 50% con la crisis (para que luego le echemos la culpa a Zapatero de todos los males del mundo¡¡¡), aunque en la zona de Yosemite no han bajado tanto, porque hay pocas casas y viene gente de todo el mundo de turismo.

Después del desayuno tuvimos un momento emotivo que jamás olvidaré. Me dijo que se iba a Mariposa a una reunión, y que después se iba a Fresno con su mujer, y que teníamos que despedirnos. Me dijo que yo era el último huésped del año, pues mañana domingo cierran por temporada hasta Marzo, y que además, era un gran embajador de España, y que debía sentirme orgulloso de ello. Me animó mucho a que lo siguiera siendo. Yo le dije la verdad, que, a pesar de haber viajado tanto por el mundo y estado en tantas casas rurales, este era uno de los mejores sitios donde había estado en mi vida, y que he tenido mucha suerte de encontrarlo y de poder venir justo antes de que cierre. Lizzie lo agarró del brazo pues estaba profundamente emocionado, y el hombre ya es mayor. Este es un gran tipo, no hay duda.

Lizzie no me preparó hoy la comida para mi excursión (eché de menos a Nora). Hoy decidí hacer una de las rutas más populares de Yosemite. Y así fue, ya que entre el festivo de ayer viernes y que el tiempo ha mejorado bastante, la primera fase de la ruta ha estado plagada de gente, tipo romería de la cola de caballo de Ordesa. Los osos se van a poner morados esta noche, con la comida que hemos dejado¡¡¡ Yo he unido dos senderos, el Mist Trail de ida, y el John Muir Trail de vuelta, haciendo así unas 13 millas en un circular estupendo. El día era espectacular, pues anoche llovió mucho. Ha sido uno de los típicos días después de pasar un frente de lluvias. Yosemite es famoso sobre todo por dos cosas, por sus cascadas (dicen que aquí está la mayor de los States), y por las grandes paredes graníticas que la gente escala. Y eso era la ruta de hoy, una perfecta mezcla de ambas cosas.

La ruta de subida (casi unos 1000 m de desnivel), muy dura, llegando primero a la casada Vernal (Vernal Fall), repleta de gente, y luego a la segunda (Nevada Fall), a la que no llega ni el 10 % de los que salen. Un 1 % prosigue para hacer noche en una zona que tiene un nombre muy bonito, el Pequeño Valle de Yosemite, donde hay un refugio, desde el que se va a diferentes lagos de alta montaña y, sobre todo, a escalar el pico emblemático del Parque, la Half Dome. Entre ambas cascadas me hice amigo de tres chicos guapísimos de Israel, de unos 30-35 años, que están trabajando en San Francisco, con un jefe español. Si fueran míos, se los regalaría a mis amigas¡¡¡¡ Pero ellos eran del 1 %, así que me abandonaron en la Nevada Fall. Me quedé con los dientes largos, por eso de hacer noche en las alturas, que aquí se dice “Overnight”, y visitar un lago de alta montaña.

La ruta de bajada fue espectacular por varias cosas. Primero porque la primera parte del sendero va escavado por una pared aérea, con unas vistas espectaculares a la Half Dome y el pico Liberty Cap (ambos se ven en las fotos), así como de la cascada Nevada Fall. Segundo porque en ese tramo hay hielo, nada peligroso, y muy bonito. Y tercero, porque la segunda fase de la bajada es por un bosque estupendo de arces y robles, con una preciosa otoñada de color. Fue el broche de oro a mis excursiones en Sierra Nevada.

A mi bajada un par de anécdotas tontas. Un chaval de unos 12 años, subiendo por los cuestarrones al punto donde se ve la primera cascada, se apoyó en el hombro de su padre y le dice “I don’t like Yosemite…”. Pobrecito. Y luego, casi llegando al coche, me encuentro a un perfecto doble de Juande Vico, con coleta y todo, y con el mismo color de pelo, etc. Juande, ¿no me estarás persiguiendo, no? Jajajaj (es broma¡¡).

A mi llegada a casa eché de menos el recibimiento de Mike. Era verdad que se iba a Fresno, y que soy el último huésped de esta maravilla de casa en las puertas de Yosemite National Park. Para mí esto ha sido una de mis grandes experiencias vitales por muchas razones que han coincidido, que jamás olvidaré.

Mañana tomaré mi Toyota de vuelta al bullicio de la gran ciudad. No diré Good Bye, por supuesto, sino un profundo y sincero “See you later”. Porque si no vuelvo jamás aquí, estoy seguro de que algún día, en dulces sueños, volveré.