martes, 8 de noviembre de 2011

Halloween en LA


La casualidad, y la buena suerte, han querido que en mi corta estancia en los States viva tres de las emblemáticas fiestas americanas, Halloween, Thanks Giving (Acción de Gracias), y los preparativos de la Navidad, pues me largo el 23 de diciembre. 


Cuando llegué (el 30 de septiembre) ya vi algunos indicios, y a los pocos dos días de estar aquí uno de los vecinos del barrio estaba montando una espectacular decoración de la entrada de su casa con monstruos agarrados a los árboles, muertos en el tejado y en las antenas, y muertes sequillas (esqueletos) en el jardín. Poco a poco a medida que me fui moviendo por la ciudad, vi como la decoración de las casas iba a más y a más, con luces por la noche en los jardines, y todo tipo de cosas espectaculares relacionadas con los muertos y las calabazas (que no se qué tienen que ver¡¡¡). Mi gmadre americana, Amber, un día llegó loca con miles de cositas y chuminadas Halloween a la casa. Hasta la toalla del baño es de vampiros¡¡¡¡ Ni que decir tiene que las calabazas en los supermercados tenían (y siguen teniendo) un lugar privilegiado. Mis paseos por LA en coche (andando es impensable, ya sabéis¡¡¡), me han hecho descubrir la enorme cantidad de tiendas gigantescas que hay dedicadas exclusivamente a Halloween. Qué hacen y de qué viven el resto de año¡¡¡ Esto es hacer el noviembre y lo demás son tonterías¡¡¡ En UCLA sin ir más lejos, al lado de mi escuela de inglés, hay una tienda enormísima, que hoy (ya acabado Halloween) estaba llena de gente. No lo entiendo¡¡¡¡¡ Viciosos de Halloween, ya preparando el año que viene???? Total, que yo vi que esto de Halloween prometía, y he estado esperando con impaciencia el día de ayer.


Y el día de ayer llegó. O mejor dicho, la tarde/noche de ayer llegó, pues por la mañana la gente trabaja (aquí hay pocas vacaciones¡¡¡). Lo que viví no lo voy a contar cronológicamente, pues primero viví la fiesta, y luego la tradición. Así que lo contaré al revés. 


Cuando viene de la fiesta en coche a mi casa, vi como las casas que había visto con la decoración (que eran la mayoría de ellas; pocas no tienen decoración), tenían todas sus luces encendidas y sus calabazas también iluminadas, en cantidades industriales. Especialmente llamativo en barrios de casas donde la iluminación se reduce a las lucecitas minúsculas y sensuales de los jardines, por lo que la iluminación espeluznante de Halloween destacaba mucho, y hasta me dio miedo¡¡¡ (Es mentira…). Además, había muchos niños y familias en la calle, por supuesto todo el mundo disfrazado y con calabazas varias iluminadas. Yo no entendía nada, pues la gente iba yendo a las casas. Pensaba que eran amigos. Afortunadamente, cuando llegué a mi casa me encontré a mi vecina, Casandra, que es una señora joven negra amabilísima, que venía de pasear con el niño (un niño monísimo espectacularmente rubio, pues su marido era un alemán), disfrazados y extenuados de tanto andar. Y pensé, esta es la mía¡¡¡¡ Y les pregunté. Así que la buena señora me explicó perfectísimente de lo que venían, que es el verdadero y auténtico Halloween. Y que se llama….tatachantatachán…. “Trick or Treat”. Ahí va la explicación….(aprended, pues pronto llegará a Europa¡¡¡).


Los niños y aquellos que no lo son tanto se disfrazan, a la vez que entre ellos compiten por ver cuál es el disfraz más horroroso de todos, y van de casa en casa concediendo el famoso ultimátum “trick or treat” (truco o trato). Disfrazados recorren las calles y asaltan las casas del barrio con sus calabazas, llaman a las puertas y cuando el inocente visitado abre la puerta, lanzan el grito unánime  de "trick or treat, trick or treat". El inquilino de la casa asaltada suele ceder al terrible chantaje, regalando a los niños todo tipo de dulces y golosinas de Halloween (que aquí llaman candys), haciendo trato (treat) con ellos. Si no lo hace, el vecino se expone a las temibles travesuras (tricks) de los chiquillos disfrazados de esqueletos, zombies, vampiros, momias o brujas. ¿a qué está chulo? Pues nada, así fue, y ya lo entendí todo, gracias a Casandra¡¡¡¡¡ Amber estaba trabajando, que loca¡¡¡


Muy diferente es lo que viví horas antes en el famosísimo barrio de West Hollywood (también conocido como WestLA). Nada que ver con trucos ni tratos, ya veréis¡¡¡. El barrio de West Hollywood está a las faldas de las afamadas colinas del Monte Olympus, entre dos barrios mundialmente conocidos como Hollywood (donde está la Warner, Disney, Paramount, la CBS, etc…, y Antonio Banderas), y Beverly Hill, donde están los ricos de enormes mansiones. Entre medias, como no podía ser menos, están los gays. Si, el barrio de West Hollywood es el más famoso de los tres barrios gays de LA, que aquí los llaman “Gay community”. Hay otras dos Gay Community, en los barrios de Las Flores y Santa Mónica. Pero este es el más numeroso, y es el segundo más numeroso de los States, después del famosísimo de San Francisco. Siempre me he preguntado cómo miden lo importante de la Gay Community??? Encuestas sobre gaycidad? Número de baretos gay?... No se… Yo ha había estado el domingo explorando el barrio, y viendo los espectaculares músculos y gays pijos repeinados con perrito y descapotable que se mueven por estos lugares. Entre los garitos más afamados está la Abbey (abadía) con unos gogós supercachas y supermorenos que dan miedo bailando a las 4 de la tarde encima de las barras con todas las puertas abiertas. Aquí todo es muy OPEN, nada de esconderse. Además, el tiempo acompaña y las terrazas están llenísimas de mirones que te analizan de arriba abajo, especialmente a un españolito despistado nuevo que furula solo por el barrio. 


A mí ya me habían dicho, y había leído en mi miniguía, que el día de Halloween tenía que ir pronto para aparcar, pero como buen cateto de la Torre, me fui dos horas antes de que empezara el evento¡¡¡¡ Así que por supuesto no tuve problemas de aparcar¡¡¡. Lo que tuve es un tiempo infinito para que me vieran como un miembro más de la Gay Community recorriendo mil veces el Santa Mónica Bulevard de arriba abajo. En un momento dado me entró hambre y me metí en el garito más decente que vi, una crepería francesa. Me siento en la terraza para ver pasar a los modelos del barrio con sus perros, y me dicen que tengo que ir a pedir dentro. Así lo hago, y cuando entro me quedo muerto, pues me atiende una chica vestida de bruja (era Halloween, recordad), flanqueada por el que cobra y el que hace los crepes que tendrían unos 20 años cada uno, cuyo único disfraz de Halloween era un tanga de vampiro. Interesante, verdad? En la puerta, todavía en estado de shock, me siento al lado de un matrimonio negro amabilísimo que me explicó en lo que consistía el evento.


Mucho me temí que me iba a saturar del evento, de lo gay me refiero. El evento se celebra en unos 3-4 km de un grandísimo bulevard, de 3 carriles cada lado, y un jardín en medio, en el que hay enormes banderas gay y de los States entre medias, llamado Santa Mónica Bulevard. Osea, es la parte más gay de la gay community. Os imagináis estas banderas en Chueca? Le da un infarto a la Esperanza Aguirre y al Gallardón¡¡ En la calle, además de todos los garitos super abiertos con barras en la calle y los gogós y camareros en pleno rendimiento, había unos 7 u 8 escenarios estratégicamente repartidos, a la vez que infinitos policías con la marca “El Sheriff” y bomberos espectaculares, con unos camiones espectaculares también. Para colmo helipcópteros del Sheriff sobrevolando el lugar del evento. A mí lo de la palabra Sheriff me impresiona, la verdad. La cosa prometía, y el contraste polis-bomberos-gays cachas-gays pijos con perrito, de película americana para no perderse. 


Al poco empezó la zona a llenarse más y más, de gente disfrazada con los más variopintos trajes y vestimentas. Así que empecé a entender en qué consistía el famoso Carnival West Hollywood de Halloween (ya me lo había explicado la pareja amiga). Es eso, un enorme carnaval de gente disfrazada y completamente loca, haciendo fotos como locos y gritando una y mil veces. Allí se congregaron más de medio millón de personas según prensa y según estadísticas, de las cuales solo un 10 % de pardillos íbamos sin “costume”, sin disfraz. Así que me sentí como un mirón absoluto, dando vueltas Santa Mónica Blvd para arriba, y Santa Mónica Blvd para abajo. No es un desfile ni nada organizado, sino una macrofiesta caótica y loca de disfraces, es decir, exactamente igual que el carnaval de mi pueblo los días que no es el desfile. Hasta dan premios y hay un jurado sentado en uno de los garitos, exactamente igual que en la Torre. Solo que multiplicado por 2000, y que la gay community de mi pueblo debe ser de las menos numerosas do mundo. Jajaja¡¡¡ 


Afortunadamente lo gay quedó muy diluido, y el Carnival se convirtió en una macrofiesta de disfraces ultra popular, con clase media, familias, gente mayor, gente joven, todos locos, disfrazados y con cámaras de fotos, y todos al ritmo de “OHHHH, MY GOOD”, cuando se veían los unos a los otros. Todo muy muy exagerado, tanto en el tamaño, el número, y las formas. Muy muy americano, una excelente representación de lo que son los americanos. Especialmente me gustó mucho la mezcla de razas, muy representativa de lo que es esta ciudad: 1) Latinos; 2) Asiáticos; 3) Negros; 4 )Blancos; 5) Oriente medio. Los blancos están que trinan por que ocupan el cuarto lugar¡¡¡. El alcalde es latino, ya sabéis. La fiesta fue ultrapopular, no sé si por que los famosos y ricos de Hollywood y Beverlly Hills iban disfrazados y no se les notaba (una buena forma de mezclarse con el pueblo llano), o bien por que les parece demasiado chabacano para bajar de las colinas y mezclarse con improvisados disfraces.  


Disfraces había de todo, como os podéis imaginar, entro medio millón de criaturas. Pondré fotos en mi blog cuando tenga más tiempo, y por supuesto no solo de cosas de muerte relacionadas con Halloween, que eran los menos. Todo todo, muy Oh my good¡¡¡ Entre ellos me impresionó uno vestido de Jesucristo. Si me lo encuentro detrás de la esquina, creo en la reencarnación inmediatamente. O dos señores mayores vestidos de niñas con ojos de cristal, o un negro con un escenario andante vestido de Tina Tarner, etc, etc. Etc. Yo no paré de reirme en las 4 horas que estuve, y hasta me sumé al “Oh my good”, aunque iba solo y sin disfrazar. Entre los escenarios, uno me hizo reir como loco. Una mariquita vestido de moro, tipo el de Zacopane (os acordáis, Juande y Ana?), que hacía de presentador, con dos marineritos de djs poniendo la música. El tipo hacia subir y desfilar a la gente disfrazada, con una grasia como él solo¡¡¡ Todo muy americano. Cuando decía, “Next”, sube el siguiente, y a ritmo de “Go, Walk, Poss, Go Back, Poss, Stop”, o variantes, hacía bailar y desfilar a todo el que subía. Por supuesto la cola para subir era infinita¡¡¡ 


En un momento dado, la batería de mi cámara de fotos murió, y el que dijo, Oh my good, fui yo. Decepcionado, me di otra vuelta más para despedirme y me fui camino de mi coche, a eso de las 9:30 de la noche, a la vez que hordas ingentes de gente llegaban al Santa Mónica Bulevard, ya ciegos (supongo que habrían bebido en su casa, pues en los garitos es prohibitivo¡¡), y por supuesto todos disfrazados y pintadísimos. Esta mañana, que era día de trabajar, UCLA estaba desierta. Me hizo recordar a los antiguos días de la Cruz (espero que el Carnival West Hollywood no muera como lo han hecho las cruces de graná), que nadie iba a clase el día siguiente. Un loco carnaval con pelucas, que en parte me hizo recordar también a nuestras famosas fiestas de pelucas.


Y esto fue todo. Os seguiré martirizando con mis infinitamente largas crónicas californianas. Pero la ocasión lo merecía….

pd: quedo debidamente informado que el Trick or Treat ha dado la vuelta al mundo desde hace varios años, y que soy el único pardillo que no lo sabía. Un nuevo John Lennon en mi vida.....


















MI VECINO¡¡¡¡¡



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