lunes, 7 de noviembre de 2011

Mis playas de California

Al día siguiente de llegar a Los Ángeles tenía muchas ganas de ir a la playa. Las famosas playas de California¡¡¡ Santa Mónica Beach¡ Long Beach¡ California dreams¡¡¡¡¡, pensaba en mis adentros. También tenía muchas ganas de ver el Pacífico, no por primera vez, pues hace ya algunos años tuvimos la suerte de verlo en las frías costas del sur de Chile en el estrecho de Magallanes, donde el Pacífico se une sigilosamente  con el Atlántico, lo que permitió a Magallanes ahorrar un poco de “gasolina” en sus barcos, no teniendo que ir hasta Tierra de Fuego para cruzar de un mar a otro, a la vez que ver pingüinos a ambos lados del estrecho (llamados pingüinos magallánicos). Pero aquí en California,  nada de frío, y más bien tirando a Fuego abrasador durante los primeros días, y nada de pingüinos congelados, sino más bien músculos bien calentitos.

Así que me fui andando a mi playa, la más cercana a mi casa. Solo tardé una hora andando. Menos mal que era la más cercana¡¡¡ Pero así es LA, una infame y extensa ciudad. No tenía coche aún, pero mi ansia y el no poder dormir por el jetlab recién activado, me llevaron a caminar bajo palmeras gigantescas sin sobra y bajo un sol aterrador a lo largo del infinita calle Washington Pl, que une directamente mi casa con la playa. Y al fin llegué, y vi la playa de Venice, mi playa, con mucha gente bañándose (sobre todo latinos,…), surferos californianos de cuerpos esculpidos y perfectamente tallados a diario por las olas, familias paseando por el paseo marítimo tipo Málaga,  chicos y chicas con sus patines, bicicletas, y corriendo. Varios restaurantes, bares, heladerías, todo muy OPEN y con buena musiquita caribeña, me dieron mi bienvenida. Mi sensación era esa, la de estar en el Caribe, o en el Hawai. De hecho comí en un cubano, llamado Mercedes, donde he repetido varias veces, con una atención amabilísima, como es costumbre en los States. También tomé un helado magnífico, que te lo mezclan con cositas solidas dulces varias y salsas variadas (yo tomo almendritas y galletitas trituradas), y luego te lo baten manualmente con unas paletas, resultando un producto exquisito e ideal para ir a comérselo sentado en la playa, viendo el gran espectáculo de las playas californianas, la puesta de sol, que aquí llaman sunset. No en vano una de las calles más famosas de LA se llama Sunset Bulevard. El suset californiano es muy famoso, y más si la palmerita está delante, consiguiendo así la foto del viaje, pues es el símbolo de California, el Gold State, que lo llaman, el Estado Dorado¡¡¡¡ De hecho muchos coches lo llevan en sus matrículas.

La gente suele ir a la hora del sunset, con cámaras espectaculares para captar el breve momento. Pero no tan breve, y esa es la gracia que tiene. Aquí el sunset es larguísimo y el sol siempre es enorme, ya que el Pacífico es extensísimo y el sol parece no querer irse de estas playas maravillosas.  Y lo son, sin duda alguna. Son de arena fina, bien asentada en la parte que se mezclan con el agua, lo que te permite correr sobre la arena, y anchísimasssssss, por lo que no hay ningún problema para encontrar sitio para la sombrilla, la paellera y la nevera con las cervezas (que aquí no he visto…), y bastante alejadas del paseo marítimo.

Yo pensé que era la playa de Santa Mónica, quizás por mis ansias de ir a Santa Mónica. Pero era la playa de Venice, en un barrio llamado Venice, por que hay algunos canales en pequeñas calles (no hay ciudad que no tenga una pequeña Venecia¡¡¡), y a los que la gente les hecha muchas fotos, pues además hay casas fantásticas que dan a los canales. Me gustaría tener una casa así.

A Santa Mónica fui al día siguiente, en bus, de la empresa Big Blue Bus, un poco acojonado de cómo se compraba el billete, donde se pagaba, en qué parada se tomaba, qué línea, donde había que bajarse, como se hacen los trasbordos con el mismo billete, etc. Pero estudié bien antes por los folletos e internet, y además todo está en español¡¡¡¡¡¡ Así que llegué sano y salvo al mismo corazón de Santa Mónica (a unos 6km de mi casa), comí una superamburguesa en un superamericano restaurante, los Jankee Dudles, que hasta el nombre es americano, lleno de miles de banderitas y pantallas para ver el hokey, el futboll y el beisbol. El restaurante está en una calle peatonal, Santa Mónica Promenade, de unos 300 m de largo, llena de tiendas, librerías (suelo ir mucho), bares, restaurantes, y sobre todo llena de gente paseando, gente tranquila, familias, jóvenes, modernos, chicas monas, algunos cachas, y también abarrotada de gente actuando, cantando, y llamando la atención. Niños que tocan prodigiosamente la batería, asiáticos habilidosos que recogen mil platillos volando en un segundo sin que se caigan, guitarristas españoles que emocionan a hispanos y guiris, magníficos cantantes de country que te hacen recordar dónde estás, negros estrambóticos incomprendidos a los que no le hace caso la gente, etc… Es lo más parecido a Europa que me he encontrado, y de hecho no he encontrado nada similar en un mes que llevo aquí.

Pero Santa Mónica es famosa por sus playas, extensísimas, continuación de la de Venice, pero más al norte, y desde la que se tienen unas vistas maravillosas a la Sierra de Santa Mónica, que me hace recordar a la Punta de la Mona en Granada. Hay un espigón larguísimo, lleno de atracciones de feria, con noria y montaña rusa y gente chillando encima del mar, un acuario, y mucha gente paseando y comiendo perritos calientes asquerosos. Pero quizás lo más llamativo de la playa sea un carril ancho para bicis, patines y gente corriendo, entre palmeritas enormes, a medio camino entre la playa y el paseo marítimo. Por allí circulan todo tipo de personajes y familias, permitiéndose hacer las típicas fotos que definen la playa de Santa Mónica. Es la idea con la que venía en mi cabeza, y que se ha hecho realidad. De hecho, si no tienes bici o patines, no te preocupes, 20 $¡¡¡¡¡ y la alquilas¡¡¡¡ Todo es negocio en US¡¡¡

En una zona específica, al lado de la montaña rusa, está la zona de los cachas¡¡¡¡ llena de artilugios para sacar músculo. Chicos y chicas impresionan. Se impresionan entre ellos, e impresionan a los que los vemos (gran público los domingos¡¡¡), y echamos fotos. Jamás podría hacer algo así, me dije a mi mismo. Entre todos, un negrito agilidosísimo yendo de anilla en anilla. So good¡¡¡¡¡¡ Y es que aquí el músculo cuenta mucho. Hasta hay un restaurante llamado el Músculo¡¡¡¡¡ The muscle¡¡¡¡, justo enfrente de esta zona de musculitas. Es interesante ver también al público que ve a los musculitas, entre el cual me encuentro…. No coments…

Pero Santa Mónica no solo son músculos. Es un barrio de clase media (no ricos), con una parte cultural importante. De hecho, aquí está la famosa universidad SMC (Santa Mónica College), que a diferencia de UCLA está orientada a las artes, especialmente al cine y el teatro. Tened en cuenta que estamos en la meca del cine¡¡ Pues bien, esta es la Universidad del Cine, por si queréis dejar vuestro trabajo en España y venir a emprender la carrera del éxito cinematográfico…

Yo no me he bañado aún en la playa, y creo que no lo haré, pues me da pereza montar el operativo y traerme el bañador que tengo en mi despacho de UCLA. Pero he ido muchas veces a las playas de Venize y Santa Mónica. Son mis playas, y es mi retiro espiritual solitario algunas tardes, fines de semana, e incluso alguna noche. He visto muchos sunsets sentado en la playa, cenando o comiéndome un helado, y leyendo algo. Es realmente de lo mejor que tengo aquí, y quizás de lo que más echaré de menos a mi vuelta tierra adentro, Andalucía anterior. Las playas ya no están tan llenas de bañistas que cuando vine hace un mes, y es que aquí el otoño también existe.

California-costa es eso, playas infinitas. De Sur, con San Diego próximo a Méjico, hasta el Norte, en una ciudad llamada Eureka, donde California va diciendo adiós a chicos y chicas con patines, para hacerse más fría, boscosa y lluviosa hasta convertirse en el Estado de Oregón. En medio, multitud de ciudades playeras, todas con nombres españoles, San Francisco, Santa Bárbara (famosa por ser la ciudad europea de California, reconstruida totalmente tras el terremoto de 1906), Monterey, Santa Cruz, Salinas, Santa María, San Luís Obispo, San José, Santa Rosa, Ventura, Santa Ana. Y Malibu¡¡¡ Que me hace recordar el Malibú con piña¡¡¡¡ Oh my good¡¡¡¡¡¡ Bueno, está la famosísima Long Beach, para compensar, uno de los famosos barrios del sur de LA, al que aún no he ido.


Creo que este es de los pocos motivos para vivir en esta ciudad….De hecho,si viviera aquí, creo que querría vivir en Santa Mónica, para estar moreno de mis paseos en patines, sacar músculos en las cadenas, comer gigantescas hamburguesas, y hacerme actor en el SMC. Es decir, todo lo que nunca hice….ni haré…

















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