lunes, 19 de diciembre de 2011

I want to say Good Bye

Volví del Gran Cañón a mi guarra y fría casa californiana, no sin sufrir los 700 km de viaje durante más de 8 horas, con nevadas y quitanieves incluidas en las altas planicies de Arizona. Yo siempre pensé que en Arizona no nevaba, y que era un desierto infernal de calor, pero nada de eso, el invierno es terrible y hay estaciones de esquí. Salí con 30 º F y llegué a Los Ángeles con 65 ºF, con una tarde estupenda de sol para pasear por la playa. Con razón la gente vive en California y no el Gran Cañón¡¡¡¡ 

A mi vuelta, durante más de 200 millas, atravesé por su parte más ancha el gran desierto del Mojave, parte en Arizona, pero gran parte en California. La imagen, muchas veces vista en las películas, era la de una carretera perdida en la nada, en el infinito, con plantas típicas del desierto, yendo casi siempre en trenes antiguos larguísimos de vagones de mercancías. Vino a mi mente esa imagen que siempre tuve del desierto americano. En un momento dado crucé el Rio Colorado, justo al pasar de Arizona a California, que en esta zona del desierto baja con muy poco glamur, y salvo los carteles, nada te hace pensar que es el mismo río que ha cruzado tan grandiosos cañones millas arriba. En este caso parece que “el hábito si hace al monje”, pues el Colorado es poco más grande que el Guadalquivir, no nos engañemos.

En mi viaje de vuelta una anécdota graciosa. A unos 100 km de LA me paro a echar gasolina, y el chico de la caja me pregunta algo cuando le doy mi tarjeta de crédito. Yo, creyendo que me peguntaba si tenía carnet de esa red de gasolineras, le dije un NO rotundo, sin contemplaciones ni dudas. Empezó a reírse y también la otra cajera y la gente de la cola. Era evidente que había metido la gamba. A esto que me repite lenta y caballerosamente, “Can I see your ID”, ahhhhhhh, y le enseño el DNI, al fin¡¡¡ El chico, rojo como un tomate, me dice “Es usted la primera persona en mi vida que me ha respondido que NO me va a enseñar su DNI”. Le respondí muy convencido y sereno “bueno, ya tienes una broma que contar a tus amigos”. Bueno, como veis, a pesar de mis tres meses, mi inglés sigue dando pie a la coña…. Sigo sin entender muchas cosas, pero lo que he perdido completamente es la vergüenza al ridículo, cosa importante para los idiomas.
Se acaban así mis viajes por estas tierras americanas, y se acaban aquí también las crónicas de este importante periodo de mi vida, llamado oficialmente estancia de investigación, de tres meses menos una semana, aunque hoy me ha dado la carta el Director del Departamento (ese que me encontré en pelota en las duchas de la piscina) firmándome como si hubiera estado tres meses.  Esta última semana la dedicaré a analizar resultados con Kanji, a hacer algunas compras de última hora, y dar mis últimos paseos por la playa.

No voy a hacer balance en esta última crónica de lo que han sido estos tres meses, pues creo que leyendo crónicas pasadas a uno le debe quedar claro, y creo estar convencido de ello,  que los objetivos se han cumplido con creces, aunque por supuesto, no sin un terrible esfuerzo.
Pero sí voy a hacer una confesión. Para mí era un tremendo reto, a la vez que un enorme deseo desde hace muchos años, casi una obsesión, venir a este país. Muchos profesores de mi entorno lo habían hecho, y para un investigador venir a la primera potencia investigadora del mundo es casi una necesidad en sí mismo. Siempre estuve muy acomplejado por el inglés. Y siempre vi que en mi vida profesional quedaba un hueco importante por rellenar. Siempre me acordaba con envidia como nuestro amigo Norberto se largó de España cuando acabamos la carrera, sin tenerle miedo a nada, en aquel año 90 donde no había Erasmus, ni compañías de bajo coste, ni internet, ni facebook, ni google. Siempre lo quise imitar, pero no llegó el momento, nunca llegaba el momento, por el maldito miedo al inglés. Era más cómodo quedare en España. Las cosas me fueron en general bien, por lo que estrictamente no me fue necesario realizar esta estancia, pero siempre tenía ese complejo en mi cabeza, siempre era el que no había salido, el que no había ido a Estados Unidos. 

Esta estancia llega en un momento oficialmente tardío en mi vida, pero no desde el punto de vista de mi madurez personal y profesional, que ha llegado en su justo momento, casi en la teórica mitad de mi vida, en el que, gracias a esa madurez, he conseguido aprovechar con gran profundidad mi trabajo en UCLA y reflexionar con honestidad sobre mi pasado y mi futuro en las infinitas horas de soledad que he tenido en playas, bosques, desiertos, casinos y cañones de California, Nevada y Arizona. 

Realmente antes de conseguir la plaza de titular realicé una estancia similar en Paris. En aquel momento mi inglés era nefasto, y mi francés algo menos, pero me podía defender. Ese fue el criterio para elegir el país donde ir. En aquel momento, en el año 1997, mis largos trayectos en tren desde la Cité Universitaire donde residía hasta la Universidad de París XI donde trabajaba, así como mis paseos en solitario por el Trocadero, Los Campos de Marte y los Jardines de Luxemburgo, me hicieron también meditar mucho sobre mi presente y futuro en aquel momento. De hecho, estoy convencido de que en aquel momento maduré los dos importantes y profundos cambios que se sucedieron dos años atrás, uno en lo profesional entre los años 1998 y 2000, y otro en lo personal el año 2000, como todos sabéis. Es posible que ahora, coincidiendo además con un momento terriblemente difícil para la investigación en España, y de profunda madurez y realización en lo personal, esta estancia pueda ser la precursora de nuevos, profundos y positivos cambios en mi vida, como lo fue aquella de París. Así sea.

Mi última foto, y única en esta última crónica de despedida, la quiero dedicar a la persona que humildemente me aceptó a formar parte de la comunidad universitaria de UCLA, y con la que he compartido mis momentos científicos día a día, sin agobios, sin horarios, con reflexiones, y sobre todo, con generosidad e ilusión. Sin él, sin duda, esto no hubiera sido posible. Gracias, Kanji. Nuevos retos nos esperan ¡¡¡¡

California, I hope to see you later….. pero ahora, tengo ganas de volver…..aunque por supuesto este blog nunca cierra por vacaciones.


5 comentarios:

  1. Vaya, Kanji tiene un porcino en la cabeza como Jean Claude Van Damme.

    http://www.peliculas.info/wp-content/uploads/2011/01/Jean-Claude-Van-Damme.jpg

    ¿Mañana te despides otra vez con tus comis de Ingles?

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  2. Si, es cierto, pero en persona no se le nota tanto. El hombre ya es mayor.
    Pues no se si haremos esa cena. Aqui entre semana la gente se amuerma con el trabajo, pero es que yo tampoco tengo ya ganas de mucho más, y menos nueva despedida. Pero estoy a la espera del mail de Junko, la japonesa borracha, que fue la que lo propuso. La veo por facebook preocupada de como llevarse tantisimo regalo que ha comprado a Japón. Se va el mismo dia que yo, pero no a vivir, sino a visitar a su marido, que hace un año que no lo ve.....

    Nos vemos en la Torre, vale? Espero que a los pilotos de Iberia no le de por joderme los mantecaos.

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  3. Pues si, creo que estaré por aquí.

    También te tendrás que despedir de tu coche estilo "Mulder y Sculy" y de tu piscina tipo "Melrose Place"

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  4. Ya me despedí de todo y todos.... estoy recluido en mi habitación, esperando el gran ave que me devuelva al nido....

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  5. Estas rellenando el apartado de observaciones de la encuesta????

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